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sábado, 15 de febrero de 2025

LAS CATARATAS MURCHINSON

En el Parque Nacional Murchinson subimos a la parte alta de las Cataratas. Un ranger nos dio explicaciones y nos mostró un mapa y un cartel con información sobre Samuel  Baker y su esposa Florence. Baker fue el primer explorador europeo que visitó las cataratas en 1864, y las llamó así en honor al presidente de la Royal Geographical Society.

En el sendero había numerosas trampas para atrapar moscas tse-tsé, que constituían una epidemia en Uganda. Eran una especie de mosquiteras blancas y azules, los colores que les atraían, colgadas de los árboles.




Al inicio del sendero vimos el río bajando con mucha fuera y estruendo, formando espuma blanca. Las microgotas de agua hicieron que se formara un arco iris perfecto.

El río Nilo de unos 40m de anchura, tenía que pasar por una angosta garganta de 7m y las aguas cada vez estaban más revueltas, con remolinos. 





La carretera asfaltada del parque estaba bordeada por una densa vegetación con troncos de árboles forrados de verde hojarasca.  Era el bosque de Bundogo. Allí vimos el Warthog, una especie de jabalí con colmillos. En el bosque vivían cientos de monos babuinos, que trepaban por las ramas de los árboles y se asomaban curiosos a ver quién pasaba. Después de dos fantásticos días en el Parque  Nacional Murchinson, ellos fueron nuestra despedida. 



viernes, 14 de febrero de 2025

BARCO POR EL NILO VICTORIA

Otra excursión en el Parque Nacional Murchinson Falls fue ir en barco hasta las cataratas. Desde el campamento Red Chilli fuimos andando diez minutos hasta el embarcadero de Paraa. Allí cogimos un barco por el río Nilo Victoria. Las orillas estaban llenas de verde vegetación, que se reflejaba en el agua. 
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Vimos algún cocodrilo, tomando el sol en la orilla, y esperando tranquilamente a sus presas. Encontramos grupos de hipopótamos sumergidos en el río, refrescándose y dejando asomar sus ojos, sus orejas rosadas y parte del lomo. Uno paseaba solo por la orilla, con su gran corpachón.




Los animales más abundantes en las orillas del río eran los elefantes. Se acercaban familias con sus crías a beber y refrescarse. Hacía calor, la temperatura era de 36° y se echaban agua en el lomo con la trompa. Tenían colmillos blancos y grandes orejas, con las que se daban aire, a modo de abanico.




El final del recorrido fueron las Cataratas Murchinson. Al acercarnos oímos el estruendo, la corriente bajaba más rápida y arrastraba plantas flotantes. Entonces las vimos aparecer. Un salto de agua de 43m de altura, cayendo entre las paredes rocosas y la vegetación. 
Nos acercamos a la roca de Baker, donde algunos desembarcaban para subir a la cima de las cataratas. Cuando fuimos no lo hacían por el nivel del agua


jueves, 4 de marzo de 2021

LAS PIRÁMIDES DE LOS FARAONES NEGROS

Los llamados Faraones Negros formaron un gran imperio en Nubia, la región al sur de Egipto y norte de Sudán, y llegaron a dominar Egipto. Tenían rasgos negroafricanos, pelo rizado, piel oscura y labios gruesos. Construyeron pirámides en las necrópolis de Al-Kurru, Nuri, en Karima, junto a Jebel Barkal y en Meroe, y teníamos curiosidad por verlas.

La real necrópolis de Meroe era Patrimonio de la Humanidad. Tuvo más de 100 pirámides entre su necrópolis Norte, de la época 250 a.C y 320 d.C, y Sur. Muchas se destruyeron y otras tenían sus picos truncados. La leyenda negra la escribió el explorador italiano Giuseppe Ferlini, que dinamitó más de 40 pirámides para expoliar los tesoros. En una de ellas encontró amuletos de oro, anillos de sello, collares y un sarcófago. Intentó venderlos en Europa pero tuvo problemas porque creyeron que eran falsificaciones. Y la mala fama le perseguirá para siempre.

Las pirámides estaban sobre las anaranjadas arenas de una colina, cercana al río Nilo. Fueron cámaras funerarias tras la decadencia de Napata y el traslado de la capital a Meroe en el 591 a.C. Caminamos por la arena hacia el perfil de las pirámides. Un grupo de seis camelleros nos ofrecieron hacer el paseo en camello, pero preferimos descubrirlas a pie. Fuimos de una a otra contemplándolas desde diferentes ángulos. No eran tan altas como las de Egipto, su altura máxima era de unos 30m, pero eran especiales con su forma de prisma estilizado. 

El interior de las pirámides podía visitarse. Un guardián era el encargado de abrir las puertas de madera. Entrabas en una pequeña cámara con grabados en las paredes de piedra. Había figuras, barcas, leones, jeroglíficos. En el exterior había una placa que indicaba el año de restauración y el autor. El Covid había interrumpido el trabajo de los arqueólogos, como tantas otras cosas, y había pirámides pendientes de restauración. En la parte delantera había otras pirámides más pequeñas con forma de prisma, con puertas ante ellas. Formaban un conjunto singular entre las dunas anaranjadas del desierto.




















Las Pirámides de Nuri también eran Patrimonio de la Humanidad. Los bloques de piedra arenisca se superponían escalonados. Leímos que había unas 60 pirámides, pero muchas estaban medio derruidas. Nos preguntamos sobre los tesoros que debían albergar en su interior antes de que las saqueasen.


Otro día, al atardecer subimos la montaña sagrada de Jebel Barkal para contemplar las vistas y la puesta de sol. A sus pies estaban las ruinas del Templo de Amon y las Pirámides de Barkal, también consideradas Patrimonio de la Humanidad. Las rodeamos viéndolas desde diferentes perspectivas. Eran siete pirámides, estilizadas y con una altura de 12m, de la dinastía XXV de los Faraones Negros. Desde la cima en forma de meseta, se veía la ciudad de Karima y el río Nilo con sus riberas fértiles. Bajamos de la montaña deslizándonos por una gran duna, con los pies descalzos.



































martes, 2 de marzo de 2021

EL NILO Y EL DESIERTO



Partimos de Jartum hacia el norte de Sudán, en ruta hacia Old Dongola. Atravesamos el Desierto Bayuda, el nombre que recibe el Sáhara en territorio sudanés. Al principio el paisaje tenía un extraño contraste entre sus montañas negras y las dunas doradas; era un desierto con algunos arbustos y matorrales, con grupos de camellos y cabras. Los camellos mordisqueaban las ramas de los arbustos. Luego pasó a ser totalmente arenoso con dunas onduladas. En las paradas confraternizamos con otros conductores sudaneses.



La carretera asfaltada era una larga cinta gris entre dunas, totalmente recta y sin apenas tráfico. Estaba en buen estado, nos dijeron que la habían construido los chinos hacía unos diez años. Pero la fuerza invasora del desierto se dejaba notar, y en algunos tramos la arena invadía el asfalto, tapando un carril completo. Más adelante vimos excavadoras que, a modo de quitanieves, se ocupan de retirar la arena. Si no fuera por las excavadoras el desierto acabaría engullendo la carretera.


Sabíamos de la proximidad del Nilo por las grandes franjas de verdor, vegetación y palmeras que avisaban de la presencia del río. Eran como oasis fértiles con cultivos de habas, cacahuetes, mijo y palmeras datileras.

Vimos la Tercera Catarata del Nilo, en realidad rápidos que impedían la navegación. Subimos a un montículo rocoso para contemplar las vistas. Se veían remolinos en la corriente de agua, transparente verdosa. Bajaban algunas barcas, y otras estaban varadas en una lengua de arena. Más adelante cogimos un Ferry para cruzar el Nilo y una barcaza azul para ir a la isla de Sai, donde nos esperaban otras ruinas nubias.