En el centenario del nacimiento de Mao Zedong, Manuel
Leguineche aportó su visión de la China actual en su libro "Apocalipsis Mao", una mirada actual contemplando
el pasado. El libro se editó en 1993, lo leí con interés y posteriormente , en mayo de 1994 viajé
a China, uno de mis grandes países míticos.
China, la nación más grande de la tierra después de la antigua Rusia y
Canadá, y la única que se ha mantenido unida desde hace tres mil años.
Quiero reflejar aquí algunas de las lúcidas observaciones
de Leguineche.
Crítica de Mao y de la
“Maolatría”:
“Mao ha envejecido mal, aunque el
mito resiste (...) Fue un dictador como Stalin (...) No hizo sino frenar la
evolución de China (...) Convenció a los chinos de que no había salvación fuera
del dogma. Receloso de los modelos occidentales, saturó el país con el culto a
su personalidad (...) Atropelló todos los derechos humanos (...) Mao es hoy una
chapa de hojalata más que una doctrina, un talismán, un fetiche, más que una
ideología, una curiosidad más que una ideología, una curiosidad más que una
militancia (...) Frente a Mao, China ríe con un ojo y llora con el otro (...)
El péndulo chino se mueve entre el “Mao que ha cometido errores pero ha sido el
revolucionario más grande de la historia de China” y el “Mao ha sido una gran
revolucionario, pero ha cometido errores”
“Pasar de política, ser muy
bueno profesionalmente y llevar una vida
cómoda eran las tres herejías. Mao condena el hedonismo, las tentaciones
materiales”.
Crítica a los Guardias Rojos:
“Asesinos a sueldo del maoísmo,
con licencia para torturar y matar” “Prohíben la ducha porque es burguesa,
condenan la masturbación porque apaga el celo revolucionario” “No estaban de
acuerdo con que en los semáforos el rojo sea el color del stop. Por eso
pretendían que el verde fuera el rojo, y el rojo, verde. Los vehículos debían
detenerse en el verde y seguir adelante en el rojo por respeto al orden
revolucionario”
- Consejos publicitarios: armonía
familiar, control de nacimientos, educación de los hijos y unión con los
camaradas.
- Los chinos bebían licor de
arroz en los cráneos de sus enemigos, y los montones de orejas cortadas, atadas
de dos en dos, las transportaban a lomo de mulos.
“La fuerza convence
provisionalmente, la idea encadena para siempre.”
Desde este modesto rincón quiero
agradecer a Manu Leguineche su mirada sobre la China milenaria. Él fue un
auténtico viajero vocacional, un pionero de su época, y supo contar y reflejar
lo que vivió. Creo que merece más reconocimiento del que tiene.
Apuesto por la fuerza de las
ideas, pero no las ideas de partidos, de religiones o de sectas; sino por las
ideas que hacemos propias, por el pensamiento crítico individual ante el tiempo
que nos ha tocado vivir.
En octubre de 2010 volví a viajar por distintas zonas de China y recordé el libro de Leguineche y sus reflexiones sobre este interesante y fascinante país.
Un beso, Manu.
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego