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viernes, 1 de octubre de 2010

APOCALIPSIS MAO

 



En el centenario del nacimiento de Mao Zedong, Manuel Leguineche aportó su visión de la China actual en su libro "Apocalipsis Mao", una mirada actual contemplando el pasado. El libro se editó en 1993, lo leí con interés y posteriormente , en mayo de 1994 viajé a China, uno de mis grandes países míticos.  China, la nación más grande de la tierra después de la antigua Rusia y Canadá, y la única que se ha mantenido unida desde hace tres mil años.

Quiero reflejar aquí algunas de las lúcidas observaciones de Leguineche.

Crítica de Mao y de la “Maolatría”:

“Mao ha envejecido mal, aunque el mito resiste (...) Fue un dictador como Stalin (...) No hizo sino frenar la evolución de China (...) Convenció a los chinos de que no había salvación fuera del dogma. Receloso de los modelos occidentales, saturó el país con el culto a su personalidad (...) Atropelló todos los derechos humanos (...) Mao es hoy una chapa de hojalata más que una doctrina, un talismán, un fetiche, más que una ideología, una curiosidad más que una ideología, una curiosidad más que una militancia (...) Frente a Mao, China ríe con un ojo y llora con el otro (...) El péndulo chino se mueve entre el “Mao que ha cometido errores pero ha sido el revolucionario más grande de la historia de China” y el “Mao ha sido una gran revolucionario, pero ha cometido errores”

“Pasar de política, ser muy bueno  profesionalmente y llevar una vida cómoda eran las tres herejías. Mao condena el hedonismo, las tentaciones materiales”.

Crítica a los Guardias Rojos:

“Asesinos a sueldo del maoísmo, con licencia para torturar y matar” “Prohíben la ducha porque es burguesa, condenan la masturbación porque apaga el celo revolucionario” “No estaban de acuerdo con que en los semáforos el rojo sea el color del stop. Por eso pretendían que el verde fuera el rojo, y el rojo, verde. Los vehículos debían detenerse en el verde y seguir adelante en el rojo por respeto al orden revolucionario”

- Consejos publicitarios: armonía familiar, control de nacimientos, educación de los hijos y unión con los camaradas.

- Los chinos bebían licor de arroz en los cráneos de sus enemigos, y los montones de orejas cortadas, atadas de dos en dos, las transportaban a lomo de mulos.

 Y una última idea final:

“La fuerza convence provisionalmente, la idea encadena para siempre.”

Desde este modesto rincón quiero agradecer a Manu Leguineche su mirada sobre la China milenaria. Él fue un auténtico viajero vocacional, un pionero de su época, y supo contar y reflejar lo que vivió. Creo que merece más reconocimiento del que tiene.

Apuesto por la fuerza de las ideas, pero no las ideas de partidos, de religiones o de sectas; sino por las ideas que hacemos propias, por el pensamiento crítico individual ante el tiempo que nos ha tocado vivir.

En octubre de 2010 volví a viajar por distintas zonas de China y recordé el libro de Leguineche y sus reflexiones sobre este interesante y fascinante país.

Un beso, Manu.
 
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego
 

sábado, 23 de mayo de 2009

LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA

 




Siempre me ha gustado buscar lugares míticos. Como la desaparecida Biblioteca de Alejandría, destruida por un incendio. La actual Biblioteca se inauguró en el 2002, y las guías la describían con la forma de "un disco gigante inclinado incrustado en el suelo, como un segundo sol que emerge del Mediterráneo". La estructura metálica le daba un aspecto plateado y delante tenía un gran estanque de agua azul intenso. Era toda luz. Tenía gran altura y el techo inclinado estaba formado por cientos de ventanas formando una enorme claraboya. Tenía capacidad para ocho millones de libros. Impresionaba.

En las mesas grupos de mujeres con velos de colores estudiaban con sus apuntes desplegados. Otras llevaban el velo islámico en su versión integrista, sin conceder tan sólo una ranura para los ojos, y usaban guantes negros mientras utilizaban ordenadores de pantalla plana. Todo un contraste. Tradición y modernidad.

 
 



© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego

lunes, 4 de mayo de 2009

LA MÍTICA ALEJANDRÍA



Desde que leí a Lawrence Durrell y su libro "El cuarteto de Alejandría" quise conocer esa ciudad. Y el deseo es una fuerza que empuja.
La ciudad de Justine, de Mountolive, de Balthazar, de Clea, de tantos otros personajes...La ciudad en sí era otro de los personajes de esa novela caleidoscópica.

Qué maravilla es conocer una ciudad siguiendo los pasos de personajes que te han hecho sentir, siguiendo el hilo de su historia. En esta esquina Justine se cruzó con Mountolive, en este café estuvo sentada Clea...Es un placer que sólo conocen los que disfrutan de la literatura.

Nos adentramos en el barrio turco y fumamos perfumados narguiles en los viejos cafetines. Curioseé en los zocos llenos de carnicerías, pescado fresco, verduras, esponjas naturales, frutas, dátiles y frutos secos, pan, dulces, olivas, quesos...

 


 

Entré en varias mezquitas, espectaculares por dentro y por fuera. Estaban enmarcadas por palmeras y tenían altos minaretes y cúpulas redondeadas con dibujos labrados en la piedra.

Vi la casa de Durrell, una fachada antigua con jardín. Imaginé.

Visité el Museo Kavafis, en la casa donde vivió. El edificio era precioso y habían mantenido las habitaciones tal como las dejó. Curioseé su escritorio y los objetos cotidianos de los que se rodeó. Su poesía "Itaca" me acompaña en todos los viajes desde hace mucho, mucho tiempo.

Recordé a otro escritor, Terenci Moix, un hedonista con el que comparto el origen y muchas palabras escritas, y que confesó que Alejandría era una de sus ciudades favoritas. También lo es para mí. Seguro que mi admirada Maruja Torres comparte esta opinión (además de su adorado Beirut). Es curioso como las personas se hacen querer a través de las palabras. Y así, algunos escritores nos hacen querer ciudades que desconocemos.


 

Paseé por la Corniche, a un lado el mar azul, al otro una línea de edificios centenarios con carácter. Algunos de los edificios estaban restaurados y otros en estado decadente, pero uno podía imaginar el esplendor de aquella ciudad cosmopolita que fue Alejandría. En el extremo de la escollera estaba la Fortaleza de Quatbey, construida sobre los restos del famoso y mítico faro de Alejandría, que estuvo en funcionamiento unos diecisiete siglos y que fue destruido por un terremoto.

En el último paseo por la Corniche observé una vez más las parejas jóvenes que sentadas en el muro contemplaban el Mediterráneo, ese Mediterráneo que nos une y nos separa.
 

Alejandría me dejó huella. Siempre será para mí una ciudad soñada, vivida y querida. Durrell fue uno de los culpables.


 
 

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego

martes, 6 de mayo de 2008

EL CHADOR SIRIO







Siria ocupa el lugar 97 entre los países del mundo en el índice de Desarrollo Humano. La religión mayoritaria es la musulmana, pero conviven con una minoría de cristianos maronitas y armenios.
El equipaje literario que llevamos fue “Viaje a la luz del Cham” de Rosa Regás, y “Entre árabes” de Colin Thubrand, libros que ayudan a acercarse a la realidad del país.

Las mujeres visten el chador negro. Algunas dejaban la cara al descubierto, y otras sólo una pequeña obertura para los ojos. Era un contraste ver los vestidos de novia de tul blanco vaporoso y los de fiesta de colores vivos y mucha pedrería. Las cristianas vestían con ropa occidental, marcando formas, y se maquillaban mucho la boca y los ojos.
En la Mezquita Omeya de Damasco y en la Gran Mezquita de Alepo, las viajeras se ven obligadas a vestir la túnica con capucha que oculta las formas corporales.





Los hombres tradicionales vestían túnicas blancas o chilabas y pañuelo palestino, a cuadros rojos y blancos, o turbantes blancos o el fez musulmán, pero predominaban los atuendos occidentales. En conjunto, había mucha variación en la indumentaria. La ventaja del chador es que permite pasar desapercibida, lo que siempre es bueno para observar sin llamar la atención.

Como la curiosidad es uno de los motores que mueven a esta viajera que escribe, no pude evitar preguntar a algunos hombres jóvenes su opinión sobre el velo. Un chico joven y moderno me contestó que para él su mujer era como el sol o la luna, muy valiosa, y por eso no quería que ningún otro hombre la viera. Ella sonreía a su lado.


Debo decir que, más allá de tópicos, el pueblo sirio es muy acogedor, siguiendo la tradición árabe, y recibe al viajero que muestra ganas de conocer y comprender, con curiosidad y calidez.




© Copyright 2008 Nuria Millet Gallego

jueves, 29 de noviembre de 2007

EL SUEÑO DE BORGES





Imaginad un teatro repleto de miles de libros, con estanterías repartidas en los palcos. Un palco pequeño tiene a la entrada el cartel de “Sala de lectura”, aunque por todas partes hay sillones en los que montones de gente hojean y leen libros, absortos en su paraíso. El sueño de cualquier lector y amante de la literatura. El sueño de Borges, tal vez. Pero no es un sueño: existe. Está en Buenos Aires, la ciudad natal del escritor, y se llama “El Ateneo”.

En el escenario, entre cortinajes de terciopelo rojo, hay un café con actuación de música de piano en directo. Pedimos cortados, que nos sirvieron con una galleta de chocolate y un vaso de agua, como se hacía antaño, mientras degustábamos el hojeo de un libro. Me pareció estar dentro de un sueño y pensé que aquel lujo de librería sólo era posible en Buenos Aires, una de las ciudades del mundo con más librerías por metro cuadrado. Me pregunté cuánto tiempo más sería rentable. Le deseo muchos años de vida a “El Ateneo”. Allí nos quedamos una tarde fascinados por aquel entorno único y especial. Un lugar para recordar.





© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego