Mostrando entradas con la etiqueta Mediterráneo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mediterráneo. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de junio de 2019

COMINO Y LA LAGUNA AZUL

 

Comino estaba a 3,5km de Malta y el barco tardó solo veinte minutos en llegar. Era diminuta, sólo medía 2,5km por 1,5km. Era una Reserva Natural y Reserva de Aves. y estaba libre de automóviles. La isla fue escondite de piratas y contrabandistas, refugio de ermitaños, lazareto de aislamiento durante las epidemias de cólera y peste a principios del s. XIX y campo de prisioneros.

La atracción de la isla Comino era la Laguna Azul, entre Comino y el islote deshabitado de Cominotto. Era una ensenada protegida, con grutas marinas, lecho marino de arena blanca y aguas cristalinas azul turquesa. Los barcos anclaban en el perímetro de la laguna, marcado por boyas.


Al aproximarnos con el barco a la Laguna vimos el azul intenso del mar, un color brillante y translúcido, que variaba a tonos verdosos. Había mucha gente, ya íbamos advertidos, pero la belleza del lugar merecía la visita y lo compensaba todo. Nos instalamos en las rocas de la parte final de la laguna, cerrada por boyas. Así era más fácil el acceso al agua, ya que había gente que se quedaba en la parte alta. 

En seguida nos dimos un baño, era un placer sumergirse en aquellas aguas transparentes. Cubría poco y fuimos nadando hasta la gruta de enfrente, que comunicaba con el mar. Nos tumbamos en el lecho de arena blanquísima y dejamos que nos mecieran las olas. En el agua transparente se veían pequeños peces. Un lugar especial.


viernes, 28 de junio de 2019

MARSAXLOKK, ACANTILADOS Y ST. PETER'S POOL

Marsaxlokk era un pequeño pueblo de pescadores en la costa este de Malta. En el mar estaban las barcas tradicionales pintadas de colores, reflejándose en las aguas tranquilas. Las barcas o góndolas eran conocidas como luzzu, y se utilizaban para pescar el "lampuki", un pez del mediterráneo que se capturaba entre agosto y diciembre, y era de los más consumidos en Malta. Era fácil encontrarlo en los restaurantes  y estaba rico. 

El nombre del pueblo derivaba de la unión de la palabra marsa (puerto) y xlokk (viento siroco), frecuente en la zona. Los domingos había un mercado de pescado, pero lo visitamos entre semana y nos lo perdimos.

Una barca nos llevó a St. Peter's Pool, un sitio ideal para el baño. El mar formaba una piscina natural en un entrante en la roca. El paisaje era casi lunar, con el suelo lleno de agujeros donde se acumulaba el salitre formando costras blancas flotantes. Nos instalamos en las rocas y bajamos al mar por una escalerilla. El baño fue delicioso. Y no había demasiada gente. 

Luego fuimos andando a otra zona de rocas con un montón de gente. Pero la belleza de la piscina natural lo compensaba. Nos dimos otro buen baño en las aguas verde esmeralda.



Otro día fuimos a los Acantilados de Dingli. El bus nos dejó en el pueblo de Dingli y tuvimos que caminar por la carretera, había poco tráfico. Llegamos a la Capilla de Santa María Magdalena y desde allí vimos el primer perfil de los acantilados con el mar azul. Tenían 250m de altura. Un sendero nos llevó a un promontorio en la punta del acantilado. Las vistas eran espectaculares con el día luminoso y el mar azul intenso.

lunes, 24 de junio de 2019

LA VALETTA

 

El día estaba soleado y La Valetta, capital de Malta, resplandecía. En el Puerto se erigía el Fuerte San Elmo, el Patrono de los marineros. Fue construido por los Caballeros de Malta en 1552 para proteger las entradas al puerto en la Península Sbecerres. Albergaba el Museo de la Guerra, interesante y con mucha información, sobre todo del Gran Sitio, el ataque de los turcos, al que los malteses resistieron heroicamente cuatro meses. También daba información sobre la II Guerra Mundial en Malta, con vídeos y exposición de objetos de guerra. Vimos las casamatas y un biplano sin alas.

Nos gustó la arquitectura de la ciudad con fachadas doradas de piedra caliza coralina. Los balcones cerrados típicos malteses, estaban pintados de colores granate, verde o azul. La mayoría eran edificios del s.. XVI, barrocos, renacentistas y neoclásicos. Todas las calles desembocaban en el mar. Había bonitas plazas y muchos rincones agradables. Una ciudad preciosa, declarada Patrimonio de la Humanidad.




Visitamos el Palacio del Gran Maestre de los Caballeros de San Juan, del s. XVI. La Orden de Malta nació en Jerusalén en 1099 para dar asistencia hospitalaria a los peregrinos y en 1113 se hizo militar. Cuando Saladino se apoderó de Jerusalén en 1187, los caballeros se instalaron en San Juan de Arce, luego en Chipre y en Rodas, hasta que en 1530 Carlos V les donó Malta a cambio de su fidelidad y la entrega anual de un halcón como pago simbólico. De ahí surgió la trama de la película "El halcón maltés". A partir de entonces se llamó Orden de Malta. Estaba regida por un gran maestre y dividida en ocho lenguas, cada una con su cuartel o albergue.

El Palacio del Gran Maestre tenía un gran Salón del Trono, e 26m de largo por 11m de ancho. Al lado estaban la Sala de los Embajadores y  la Sala de los Tapices que adornaban las paredes. Todo el Palacio tenía murales pintados en las paredes y bonitas galerías con arcos.  El Palacio era la sede del Parlamento y la residencia oficial del Presidente de Malta. También albergaba la Armería, un museo que exhibía algunas de las 5000 armaduras y yelmos que se conservaban, de las 25.000 que hubo. El patio interior del palacio con jardines, fuentes y dos leones de piedra vigilantes,. era un oasis de tranquilidad.



Fuimos a los Jardines Barraka que ofrecían un buen mirador del Gran Puerto, las fortificaciones y las ciudades Vittoriosa, Cospicua y Senglea en la otra orilla. Bajamos al Puerto en el ascensor panorámico de 58m de altura, que unía los jardines con el foso Lascaria.

La Concatedral de San Juan del s. XVIII tenia una fachada austera y un interior barroco impresionante. El suelo era un mosaico colorido de lápidas sepulcrales, y en las paredes predominaba el dorado. Había capillas dedicadas a las ocho lenguas, una de ellas con dos cuadros de Caravaggio. La decoración de las paredes era espectacular con figuras como la Cruz de Malta o la Flor de Lys con fondo azul y mármoles policromados. La Catedral tenia el mismo status que la de San Pablo en Mdina, mediante un decreto papal de 1816; de ahí el término "concatedral".









En el Puerto cogimos un Ferry hasta las llamadas tres ciudades en la otra orilla: Vittoriosa, Senglea y Cospicua. Nos dejó en Birgu-Vittoriosa, el Puerto estaba repleto de barcos con sus mástiles. Callejeamos por sus bonitos rincones. Allí estaba el Fort Ricasol, el fuerte fantasma que fue Roma en Gladiator (2000), la ciudad de Priamo en Troya (2004) y Alejandría en Ágora (2009), tres de las más de cien películas que se habían rodado en Malta. Las calles estaban muy tranquilas, a diferencia del bullicio de La Valetta.





lunes, 4 de mayo de 2009

LA MÍTICA ALEJANDRÍA



Desde que leí a Lawrence Durrell y su libro "El cuarteto de Alejandría" quise conocer esa ciudad. Y el deseo es una fuerza que empuja.
La ciudad de Justine, de Mountolive, de Balthazar, de Clea, de tantos otros personajes...La ciudad en sí era otro de los personajes de esa novela caleidoscópica.

Qué maravilla es conocer una ciudad siguiendo los pasos de personajes que te han hecho sentir, siguiendo el hilo de su historia. En esta esquina Justine se cruzó con Mountolive, en este café estuvo sentada Clea...Es un placer que sólo conocen los que disfrutan de la literatura.

Nos adentramos en el barrio turco y fumamos perfumados narguiles en los viejos cafetines. Curioseé en los zocos llenos de carnicerías, pescado fresco, verduras, esponjas naturales, frutas, dátiles y frutos secos, pan, dulces, olivas, quesos...

 


 

Entré en varias mezquitas, espectaculares por dentro y por fuera. Estaban enmarcadas por palmeras y tenían altos minaretes y cúpulas redondeadas con dibujos labrados en la piedra.

Vi la casa de Durrell, una fachada antigua con jardín. Imaginé.

Visité el Museo Kavafis, en la casa donde vivió. El edificio era precioso y habían mantenido las habitaciones tal como las dejó. Curioseé su escritorio y los objetos cotidianos de los que se rodeó. Su poesía "Itaca" me acompaña en todos los viajes desde hace mucho, mucho tiempo.

Recordé a otro escritor, Terenci Moix, un hedonista con el que comparto el origen y muchas palabras escritas, y que confesó que Alejandría era una de sus ciudades favoritas. También lo es para mí. Seguro que mi admirada Maruja Torres comparte esta opinión (además de su adorado Beirut). Es curioso como las personas se hacen querer a través de las palabras. Y así, algunos escritores nos hacen querer ciudades que desconocemos.


 

Paseé por la Corniche, a un lado el mar azul, al otro una línea de edificios centenarios con carácter. Algunos de los edificios estaban restaurados y otros en estado decadente, pero uno podía imaginar el esplendor de aquella ciudad cosmopolita que fue Alejandría. En el extremo de la escollera estaba la Fortaleza de Quatbey, construida sobre los restos del famoso y mítico faro de Alejandría, que estuvo en funcionamiento unos diecisiete siglos y que fue destruido por un terremoto.

En el último paseo por la Corniche observé una vez más las parejas jóvenes que sentadas en el muro contemplaban el Mediterráneo, ese Mediterráneo que nos une y nos separa.
 

Alejandría me dejó huella. Siempre será para mí una ciudad soñada, vivida y querida. Durrell fue uno de los culpables.


 
 

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego