martes, 25 de febrero de 2020

ISLA SAONA

 




Las playas de Isla Saona fueron nuestras favoritas del viaje a República Dominicana, y eso que todas rivalizaban en belleza. Nos alojamos en Bayahibe, un tranquilo pueblo de pescadores que mantenía su ambiente caribeño. Fue fundado por un pescador de Puerto Rico en el s. XIX. Nos instalamos en un bungalow con porche.

Desde el pueblo de Bayahibe un catamarán nos llevó a Isla Saona. Estaba a una hora y media de distancia. Fuimos costeando viendo la franja de palmeras. La llegada a Isla Saona fue espectacular. Un denso palmeral, una franja estrecha de arena blanquísima y el mar con distintos tonos de azul turquesa. 




Había varias palmeras inclinadas hacia el agua y jugamos a hacernos fotos. Disfrutamos paseando y con los baños en el agua totalmente transparente.

Comimos un buffet con ensaladas, pescado y plátano. Nos bañamos de nuevo y sesteamos en las hamacas a la sombra de los cocoteros.





El colofón del día fue un baño en la zona que llamaban piscina natural, a la que llegamos con el catamarán. Las aguas eran de color verde translúcido intenso. Nos dimos un buen baño en aquellas aguas tranquilas, con la línea de fondo de las palmeras. Había algunas estrellas de mar naranjas. Un día fantástico.



Otro día fuimos con la guagua desde Bayahibe hasta Domenicus Americanus, donde había otras playas y donde estaban los resorts de lujo del todo incluido con pulserita. La playa tenía palmeras y estaba bien, pero había demasiada gente. En un extremo había un faro con rayas blancas y azules. Playa Saona era mucho más bonita. 






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