Tras tomar un delicioso café con genjibre,
algo picante, seguimos ruta por una pista arenosa. Llegamos al Templo Mussawart,
dedicado al dios local Apodamak, el dios león. El recinto era la mayor
construcción de la historia de Nubia. El guardián nos abrió la puerta, cuya
cerradura tenía forma de cruz de Ankh, el símbolo de vida. En el interior había
seis grandes columnas. Los bajorrelieves en las paredes eran
espectaculares, estaban muy bien conservados. Vimos el león, carneros y hasta
un elefante con colmillos.
Cerca estaba el Templo Naqa, del s. I d.C. No tenía techado. Era rojizo y tenía bajorrelieves curiosos, como una figura con ocho brazos, grandes figuras de faraones y una alta columna con una serpiente ondulante. Otros de los templos tenían un elefante esculpido, o una avenida de entrada con seis grandes carneros. Los imaginamos en sus momentos de esplendor.
Nos impresionaron los bajorrelieves de los
templos Mussarawt y Naqa. Historia, arte, naturaleza y mucho más podían
encontrarse en el sorprendente Sudán.
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