Copenhague es una ciudad con mucho encanto, con palacios, castillos, calles adoquinadas y casas de fachadas de colores. El centro histórico tiene edificios antiguos con tejados inclinados, buhardillas y chimeneas. Entre las casas asomaban cúpulas verdes, torres y picos de las iglesias.
El mar Báltico se adentra en la ciudad a través de varios canales con barcos atracados y puentes de piedra. El más famoso es el Canal Nyhanv. Fuimos en abril y aunque hacía frío, con temperaturas entre 12º y 4º, el sol era potente, los cielos azul intenso, y los daneses paseaban, hacían deporte al aire libre y llenaban las terrazas de bares y restaurantes.
En la plaza del Ayuntamiento (Radhuspladsen) había una fuente central con un dragón de bronce. El edificio del Ayuntamiento era de 1905, de ladrillo rojizo con una alta torre con el Reloj Mundial de Jens Olsen. El Ayuntamiento tenía una estatua de Absalón, el obispo guerrero al que se atribuía la fundación de la ciudad. Alrededor había otros edificios históricos de arquitectura notable y grandes dimensiones.
Por la ciudad se veían muchas bicicletas, los daneses solían desplazarse en ellas a pesar del frío, y los parkings de bicis estaban repletos, sobre todo el aparcamiento delante de la Estación Central de Tren y Metro.
La Glyptoteca era un museo de arte, de bonita fachada con arcos y una cúpula central. Copenhague tenía numerosos museos, además de los museos de los Palacios Christianborg, Rosenborg, Amalianborg y Frederiksborg.
Callejeamos por las bonitas plazas como la Kongens Nytorv y la calle Stroget, la calle peatonal más larga de Europa, con comercios, cafés y restaurantes.
Iglesia de Marmol, de estructura redonda y con una gran cúpula verde con adornos dorados. Por detrás estaba el Palacio de Christiansborg, que describo en otro artículo dedicado a los palacios.
La Torre Redonda (Rundeturn) se construyó en el s. XVII como observatorio astronómico. adosada a la Iglesia de la Trinidad. Tenia una rampa ascendente en forma de caracol, que daba siete vueltas hasta la parte alta. Subimos para contemplar las vistas del casco antiguo.
Más alejado estaba el Kastillet, era la antigua Ciudadela, utilizada como parque. Llegamos caminando por jardines con sauces llorones y almendros en flor. Cruzamos el foso por un puente. En el interior estaban las casas rojas de los militares, una iglesia y un molino. Había zonas de acceso limitado, pero se podía pasear disfrutando del paisaje. El molino de viento, de estilo holandés con grandes aspas, destacaba en una pradera verde.
Acabamos cenando en el acogedor Det Lille Apotek. Probamos tres tipos de arengue marinado con pan de centeno y tartaleta de hojaldre con pollo, espárragos, bacon y gratinada. Una delicia. Y al día siguiente nos esperaban muchos más atractivos de Copenhague, como el barrio de Christianía, los Jardines Tívoli, sus palacios renacentistas, museos y otros bonitos rincones...
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