El Desierto Blanco es una de las maravillas naturales del
mundo. Es un Parque Nacional de 300 km2, al que se llega desde el oasis de
Farafra. Por todas partes había grandes rocas redondeadas y con formas
curiosas, de un blanco cegador. Es un tipo de roca calcárea, que en algunas
zonas se desgajaba con facilidad. Parecían merengues espolvoreados de cacao. Lo
visitamos con jeep, acompañados por Wael, el maestro del pueblo. Leímos que
aquella zona había estado cubierta por el mar, y encontramos restos de corales
y fragmentos de conchas nacaradas;, así que caminábamos sobre el fondo de un
mar desaparecido hacía milenios.
Íbamos parando por el camino,
donde nos resultaban más curiosas las formas de las rocas. Era fácil imaginar
halcones, pájaros, perfiles de mujeres, un caballero con su yelmo, leones, una
pequeña esfinge, una que llamaban el champiñón...
Mientras montábamos el campamento
vimos las huellas en la arena de algún animal. Nos dijeron que eran pequeños
zorros inofensivos. Dormimos al raso con mantas. De madrugada me desperté
sintiendo un peso en los pies y vi un zorro a la luz de la luna.....sobre mi!
Creo que los dos pegamos un salto simultáneamente. Eran dos zorros y los vimos
rodear el campamento, buscando comida. Pero ni el sustillo del zorro estropeó
la belleza del lugar.
© Copyright 2015 Nuria Millet
Gallego