Mostrando entradas con la etiqueta "El Nido". Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta "El Nido". Mostrar todas las entradas

martes, 23 de septiembre de 1997

PALAWAN: PORT BURTON Y EL NIDO

El trayecto a El Nido fue accidentado. Nos costó mucho llegar con el jeepney por las pistas llenas de socavones, y con varias etapas, desde Puerto Princesa a Sabang, parando en Salvación, Roxas y Tatay.. El vehículo se ladeaba y quedó encallado dos veces en los grandes baches y desniveles; bajamos todos los pasajeros y parecía imposible sacarlo de allí. Pero desenrollaron un cable de acero que tenía en la parte delantera, con un gancho lo fijaron a un árbol, y con la ayuda de un motor el cable se enrolló y tiró del vehículo. 


La Bahía de El Nido era preciosa, rodeada de montañas, con un gran palmeral y al frente la silueta de otras montañas en las islas. Nos alojamos en un bungalow de madera con porche, frente al mar. Lo primero que hicimos fue darnos un merecido baño en el mar. El pequeño pueblo tenía unos 5000 habitantes. Sólo tenía un par de calles paralelas, sin asfaltar, con la tierra apisonada. Las casas construidas sobre pilotes tenían jardines con plantas y flores. Algunas estaban bajo la pared del acantilado, a los pies de la montaña rocosa. 

 


Vimos la escuela, el edificio de la policía, un campo de futbol. La gente se mecía tumbados en las hamacas, o se asomaban desde la ventana de los palafitos a contemplar los paseantes. En muchos jardines o en la calle quemaban pequeños montones de broza y desechos, que ahumaban el pueblo. Los cerditos, gallinas y bueyes deambulaban entre las casas y la palmeras.



Fuimos paseando hasta la playa de Coron Bay, a unos 2km de El Nido. En la arena había muchas piedras blancas y cauris, las conchas que también se ven en África y que se usaban como moneda de cambio en el pasado. Las lapas vivas eran de color mortecino, mimetizándose con la roca a la que se adherían, pero muertas embellecían, tomando un color nacarado con cenefas oscuras. Estuvimos totalmente solos, paseando y bañándonos en las aguas tranquilas y cristalinas. Pasaron algunas barcas con sus maderos laterales que les daban aspecto de insectos marinos.

Cenamos pescado a la parrilla, tortilla con gambas y patatas al curry, y de postre banana pancake. Luego contemplamos las estrellas desde el porche del bungalow, oyendo el sonido de las olas. 

Pasamos tres días en El Nido y pudimos hacer buceo en varios lugares: Coron Bay y las playas de Lupus-Lupus y Seven Comandos; el archipiélago Bacuit



La siguiente etapa fue Port Burton, un pueblecito más pequeño que El Nido, con unos 4000 habitantes. Tenía otra bahía preciosa con palmeras. Había dos iglesias, la católica y la adventista, un cuartelillo, una cancha de baloncesto y una escuela. 





Contratamos un barquero llamado Dani para ir a hacer snorkel a las islas Capsalay, Paradise, Exótica, Ipadawan, e Inala-Deland. En Paradise Island comimos. Dani asó el pescado en la playa. Se subió a una palmera trepando ágilmente, y cogió unos cocos que abrió con un machete, para que bebiéramos el agua. Luego extendió unas grandes hojas de palmera en la arena y nos sentamos a comer en ellas. Comimos el pescado a la brasa, arroz con salsa de soja y bananas. Riquísimo.


En Port Burton pasamos dos días más. Disfrutamos las cenas con pescado a la parrilla, tortilla con gambas y patatas al curry, y de postre banana pancake. Luego contemplamos las estrellas desde el porche del bungalow, oyendo el sonido de las olas. Palawan, la isla llamada “la última frontera” era una maravilla natural.




Viaje y fotos realizados en 1997