martes, 2 de diciembre de 2014
UNA NOCHE EN RÍO SAN JUAN
lunes, 4 de octubre de 2010
LA CHINA TRADICIONAL, FENGHUANG
miércoles, 8 de octubre de 2008
LA SELVA AMAZÓNICA DE ECUADOR
lunes, 9 de diciembre de 1996
LAS CASAS COMUNALES BIRMANAS
En los alrededores de Kalaw
visitamos varias aldeas caminando por los senderos de tierra rojiza. El paisaje
era precioso: valles cultivados entre montañas y colinas. Había laderas llenas
de girasoles, algunos de casi dos metros de altura. Otros cultivos
eran de semillas de sésamo, terrazas de arroz, plantaciones de té verde.
Los campos formaban mosaicos de gran colorido.
Encontramos gente que iba o volvía del mercado. Las mujeres llevaban cestas a la espalda, ciñendo las asas a la frente, con la compra del día. Las saludábamos y una de ellas nos enseñó su compra: algo de pescado, vegetales, tomates y palomitas de maíz caramelizadas para los niños. Las mujeres casadas llevaban unos aros en la cintura como indicadores de su rango, y vestían longhis de colores hechos a mano, con chaquetillas de tela adornadas con lentejuelas. Muchas llevaban enrollada en la cabeza una toalla china de colores, a modo de turbante. Un niño llevaba un sombrero especial hecho con hojas.
En una de la aldeas ellas vimos lo
que llamaban “long-house”, la casa comunal de varias familias. Era un
largo palafito, levantado sobre pilotes, la parte inferior se utilizaba como
almacén o para el ganado. Vimos cerdos negros como jabalíes y gallinas. Cuando
fuimos estaba medio en penumbra porque las ventanas estaban cerradas, pero se
filtraba algún rayo de sol que iluminaba el humo del interior. Se podía
saber el número de familias por los fuegos que ardían.
Los niños correteaban por allí y se acercaban a nosotros con curiosidad. Nos presentaron al anciano de más edad de la comunidad. Tenía 85 años y once hijos, según nos contó. Nos invitó a un té, y nos miraba sonriendo con sus encías desdentadas.
jueves, 5 de diciembre de 1996
EL MONASTERIO DEL LAGO Y LA ESCUELA
En el centro del lago Inle
había una isla donde estaba el Monasterio Nga Pha Kyaung,
construido en madera sobre pilotes, tipo palafito. En su sala principal había
una colección de imágenes de Buda de estilo san, tibetano y bagan. Hablamos con
el abad, que nos pareció muy joven para su cargo; nos explicó que había pasado
un examen para serlo. Estaba pintando una mandala en una pizarra en el suelo.
Tenía todos los botes de pintura por el suelo, y se inclinaba a dibujar
mientras le observaba uno de los monjes. Nos mostró la biblioteca, con alguno
de los libros sagrados del monasterio. Las tapas de los libros eran de madera
de teca, con los bonitos caracteres birmanos redondeados.
Había varios gatos por
allí y los monjes les habían enseñado a saltar por el aro. Ya se conocía como
el monasterio de los gatos saltadores. Nos hicieron una demostración en un
rincón, donde se colaban los rayos del sol.
En el monasterio vivían
sólo cinco monjes, en la época que fuimos. Nos invitaron a tomar té y nos
enseñaron sus habitaciones, con vistas al lago. Tenían cortinillas naranjas en
las ventanas y almanaques con paisajes de otros países en las paredes. Como mobiliario,
camas con dosel y mosquiteras, y un armario donde guardaban los libros. Una
pasarela de madera sobre pilotes en el lago comunicaba con otras habitaciones.
Allí tenían unas hamacas donde nos tendimos a tomar el sol, charlar con los
monjes y disfrutar de la paz del monasterio del lago.
En otro monasterio encontramos una escuelita de monjes. Los pequeños monjes vestían sus túnicas granates y azafrán, con el brazo al descubierto. Los estudiantes escribían aplicadamente en sus pizarras negras, en sentido vertical. Un maestro tenía a su alumno abrazado por detrás, mientras le enseñaba la escritura. Alteramos un poco el orden de su clase. Una escena inolvidable.