Desde Kasane, la base para visitar el Parque Nacional de Chobe, cogimos una combi hasta Nata. El trayecto duró tres horas, a través de terreno bastante árido con algunas acacias y altos cactus de flores rojas.
Nata era una pequeña población del norte de Bostwana, de apenas 6.800 habitantes, lindando con el Delta del Okavango y cerca de la frontera con Zimbawe. Desde allí visitamos en un jeep abierto el Parque Nacional Makgadikgadi, lindando con el Delta del Okavango.
Atravesamos la sabana que formaba parte del Desierto
del Kalahari. Entramos en el Parque Makgadikgadi por el Santuario de Aves. Gran variedad de aves
sobrevolaban la zona y se veían sus huellas sobre el
terreno seco.
En la zona había tres salares llamados
Pan, eran lagos secos, blancos y agrietados. Leímos que la suma de los tres
salares era mayor que la del Salar de Uyuni en Bolivia. Al pisar los salares
crujían a nuestro paso, al romperse la costra superficial. Había huellas de
aves. No eran de un blanco tan cegador como los de Uyuni, pero era un paisaje
especial, aislado y en un territorio que pertenecía a los animales.
Paramos en el Delta del río Nata y
encontramos un gran lago, cuya extensión no hubiéramos podido imaginar en un
paisaje tan seco. El lago se perdía en el horizonte, aunque nos dijeron que no
era muy profundo, apenas cubría las rodillas y en época de lluvias tal vez
superaba el metro de profundidad. Dentro del lago, en una lengua de tierra
próxima a la orilla, descansaban unos pelícanos de pico amarillo,
mezclados con gaviotas
En los alrededores crecía hierba amarilla alta, entre la que pastaban manadas de ñús y búfalos, entre algunos baobabs.
Nos alojamos en el
Nata Lodge, que renació de las cenizas tras un incendio. Era un pequeño oasis
en el desierto, con piscina y rodeado de vegetación, con alguna palmera.
Al día siguiente,
desde Nata fuimos a Gweta en un trayecto de una hora. Allí hicimos otra excursión al Pan Netwetwe. Nos llamaron la atención los grupos
de suricatas, pequeñas mangostas que tenían la peculiaridad de ponerse
de pie, erguidos totalmente y colocando los bracitos en su parte delantera.
Eran una especie de roedores con cola, tipo ardilla y correteaban a cuatro patas.
Estuvimos un buen rato viéndolos corretear, erguirse mirando a su alrededor y
excavando sus madrigueras. Eran realmente curiosos y muy graciosos.
Atravesamos el salar
llamado Pan Netwetwe. La primera visión fue una larga franja blanca en el
horizonte, tras la hierba amarilla. Cuando nos metimos dentro del salar Netwetwe con el jeep apreciamos su extensión. Bajamos del vehículo y el terreno
crujía bajo nuestros pies. Era una fina costra superficial, con grietas de
forma hexagonal. No se veía nada ni a nadie, era una inmensa superficie desierta.
El paisaje era una
franja de cielo azul, una franja blanca del salar y detrás la hierba amarilla. Empezamos
a corretear y hacer fotos, jugando con la perspectiva, como en el Salar de
Uyuni. Al no haber referencias podían percibirse ilusiones ópticas. Contemplamos la puesta de sol en la laguna. La salina se tiñó de tonos dorados, y la franja
de cielo de alrededor cambió de los rojos a los rosados.