El pueblo de Al
Ula, al norte de Arabia Saudí, estaba asentado en un gran y espectacular
valle desértico con palmeras. Se extendía hacia el centro de un wadi,
con imponentes acantilados de arenisca roja y dorada. El paisaje con montañas
rocosas de formas caprichosas bordeando la carretera fue precioso. A tramos el
verde de las palmeras de los oasis contrastaba con las piedras rojizas y
doradas.
Jabal Alfil era conocida como Elephant Rock. Cuando llegamos nos impactó. Tenía realmente la forma de un elefante, con la abertura que separaba la trompa. La luz del sol del atardecer la iluminaba y tenía un intenso color dorado. Alrededor había decenas de grandes rocas bonitas. Era un paisaje de fantasía, casi daliniano. Una maravilla.
Maraya era
un gran edificio con 10.000 paneles de vidrio que reflejaban las montañas
circundantes. En el interior había un restaurante y sala de conciertos,
donde se había celebrado el Winter Festival, unos pocos días antes de nuestra
llegada. Los cristales actuaban como espejo del paisaje, ideal para jugar con
la cámara. Era un curioso edificio en medio del desierto, en un entorno espectacular.
Las ruinas de la Old
Town nos sorprendieron. Estaban restaurándolas. Recorrimos el laberinto de
callejones cubiertos por techumbres de vigas, con casas de adobe y piedra. El Castillo
se elevaba sobre una gran roca de formas redondeadas. La calle principal parecía
de un pueblo del oeste, con cafetería y terrazas, rodeados por los macizos
rocosos. Al día siguiente Al Ula nos reservaba otras sorpresas.