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viernes, 24 de febrero de 2023

EL ENCANTO DE ABHA

La ciudad de Abha estaba ubicada entre montañas, a 2.200m de altura. Llegamos en un trayecto de autobús de cuatro horas, desde Jizán. Era una buena base para explorar el Parque Nacional de Asir y sus pueblos. 

Primero fuimos al Shada Palace, una torre blanca con almenas, hecha de de adobe y con cuatro pisos de altura. Fue construida en 1927 como residencia del Emir de la provincia de Asir. Estaba rodeada de edificios modernos. La bandera árabe verde, con la palmera y la espada blanca, ondeaba al viento.

 

Al lado estaba el Asir Regional Museum, en la Al Bahal Square, la plaza principal de Abha. No pudimos visitarlo porque estaba cerrado al público.

Por detrás, entre el museo y una mezquita, estaba el Abu Malha Palace, el edificio que más nos gustó. Un palacio de adobe blanco con puertas y ventanas verdes, y losas de piedra horizontales en la fachada. 

Abha tenía barrios históricos con casas de adobe, algunas parecían fortalezas, con ventanas minúsculas. Otra peculiaridad eran las losas de piedra horizontales en la fachada para desviar el agua de lluvia y evitar la erosión. 

El barrio Al Bastah era uno de los más antiguos. Paseamos entre las casas de adobe, muestra de la arquitectura tradicional de Asir. Algunas estaban bastante deterioradas y otras las habían restaurado. Las puertas eran de madera de enebro pintadas de verde. Al pasar delante de una casa, unas mujeres nos invitaron a tomar un té. Nos dijeron que era la casa de la madre y venían a verla. Todas tenían el rostro cubierto, pero se les veían los ojos risueños. Nos hicimos fotos con la abuela y las hijas.




Curioseamos el zoco Al Thulatha. Había varios puestos de miel con sus paneles, era un producto típico de la región de Asir. Otros puestos vendían coronas de flores naranjas. Tradicionalmente esas coronas las llevaban los llamados “hombres-flor”. Las vendedoras eran mujeres y me dejaron colocarme la corona. Había tiendas de ropa muy colorida, con bordados y estampados de fiesta, que no habíamos visto en otras partes de Arabia. Las mujeres la vestían en el interior de sus casas y en festividades; en la calle solo se veían las abayas negras. Otras tiendas ofrecían dátiles, frutos secos, lentejas y otras legumbres, especias, hierbas aromáticas…También había artesanía, miniaturas de casas de colores, quemadores de incienso de madera adornados con latón, cestos y recipientes de colores.



Cerca estaba el barrio de Al Muftaha, una aldea cultural que encarnaba el espíritu artístico de Asir. La llamada Calle de los Artistas era un paseo con zonas verdes y muros decorados con dibujos. Había algún café y las familias paseaban al sol de la tarde.

Acabamos el recorrido en el barrio Al Nasab, situado junto a un valle cubierto con plantaciones agrícolas. Tenía una mezquita de 1862 construida de barro. Las viviendas tradicionales estaban mejor conservadas que en el barrio Al Bastah. Algunas estaban todas pintadas de blanco, con puertas y ventanas verdes;  otras era de adobe que la luz del atardecer teñía de dorado. 






martes, 21 de febrero de 2023

LAS ISLAS FARASAN

Las Islas Farasan eran un archipiélago de 36 islas coralinas en el Mar Rojo, a 40km de la costa de Arabia Saudí. Solo dos de las islas estaban habitadas. Formaban parte de un Santuario Marino y destacaban por su biodiversidad. Las aguas ricas en plancton albergaban una rica vida marina con rayas, delfines, tiburones ballena, varias especies amenazadas de tortuga y muchas especies de peces, incluido el pez loro, objeto de un festival de primavera, entre abril y mayo, en la playa.

En el pasado tuvieron una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Y en el s. I los romanos construyeron un puente en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus, nombre que con el tiempo derivó en Farasan.

El Ferry de Jizán a las Islas Farasán era gratuito. En la Terminal de Ferrys había salas de espera separadas para hombres y mujeres, se pasaban controles de arcos de seguridad y nos cachearon. Aproveché para conversar con las mujeres árabes, aunque nos entendíamos por gestos pues no hablaban inglés. Algunas se acercaron y curiosearon mi diario de viajes. Una mujer mayor tenía las manos con dibujos pintados con henna y bonitos anillos de oro. Le dije que eran unas manos bonitas y me dejó fotografiarlas.

Las casas estaban hechas de piedra coralina y decoradas con relieves de estuco con motivos geométricos y florales. La mansión más espectacular era la Rifai House, cerca de nuestro hotel. Era una auténtica obra de arte con una puerta y fachada con elaborados relieves. En una habitación grande encontramos una especie de biblioteca con estantes en la pared y techo con vigas de madera pintado de azul. Había otras casas bonitas con relieves, aunque la mayoría estaban en estado ruinoso. Iluminadas las fachadas y relieves por la luz dorada del atardecer no costaba imaginar los tiempos de esplendor del barrio y de las islas. Las calles estaban tranquilas, nos cruzamos con pocas personas, alguna mujer, gente en bicicleta y niños. Por la noche vimos más ambiente.

Cerca estaba la Mezquita Najdi, pintada de blanco, con cúpulas y exterior decorado con relieves. Era una mezquita histórica, pero de aspecto bastante sencillo. Casi nos gustó más otra mezquita del pueblo pintada de un color anaranjado.






Al día siguiente pactamos con un taxista un recorrido por la Isla Farasan y la Isla Sajid. No hablaba nada de inglés y utilizamos el traductor de Google. Primero fuimos al Meade Bridge, el puente que unía Isla Farasan con Isla Sajid. El Mar Rojo a ambos lados estaba translúcido, de un azul verdoso, dejando transparentar las algas del fondo. Había una luz preciosa. 



Pasamos por el pueblo y seguimos hacia Playa Kothub. Nos pareció una maravilla, una media luna grande de arena blanca con mar verde transparente, con tonalidades de azul, y rocas doradas. Y estaba totalmente desierta, solos Javier y yo. La recorrimos de extremo a extremo.

Otra parada fue la Playa Ras Al Qarn, muy alargada y con algas en la arena. El mar tenía un bonito color. La Playa Alhsas tenía grandes formaciones coralinas y dunas con vegetación. En la arena tenía grandes caracolas blancas semienterradas



La última parada fueron las ruinas de Al Qessar. Tenía una zona con casas de adobe restauradas y otra con casas en estado bastante ruinoso, entre palmeras, que tenían su encanto. Entramos en lo que quedaba de las habitaciones e imaginamos como sería la vida allí. Encontramos un grupo de arqueólogos franceses que estaban estudiando unos restos romanos hallados allí y conversamos un poco con ellos. Ese fue el final de nuestra estancia en las islas. El viaje por Arabia Saudí continuaba.


lunes, 20 de febrero de 2023

LA FIESTA EN EL CASTILLO OTOMANO



Jizán (o Jazán) era una ciudad a orillas del Mar Rojo, en el extremo suroeste de Arabia Saudí. Estaba a 1.145km de Riad. Llegamos en avión, en un trayecto de 1h 45. Fue el único avión interno que cogimos en el viaje por el país; el resto lo hicimos con los autobuses de la compañía estatal SAPTCO. La guía de la Lonely Planet le dedicaba unas pocas líneas.

Su mayor atractivo era el Castillo Otomano, en una colina. La luz del atardecer teñía de dorado sus grandes torreones y almenas. Lo encontramos lleno de gente, con ambiente festivo. Ensayaban para la fiesta del Día Fundacional de Arabia Saudí, aniversario de su fundación como Estado, el 22 de febrero de 1727. En esa fecha fue cuando el imán Mohamed bin Saud comenzó a gobernar en la ciudad de Al Diriyah, en el oeste de los que hoy es Riad, para después ir expandiendo su reino por la península arábiga. Aunque el Día Nacional se celebraba el 23 de septiembre.



En el patio había una jaima con alfombras y telas con coloridos estampados. Unas mujeres estaban ataviadas con sus mejores galas, maquilladas y adornadas con joyas de oro. Siguiendo la tradición ocultaban su rostro y solo mostraban sus bonitos ojos. Les pedimos permiso para fotografiarlas y accedieron sonriendo, con sus miradas expresivas.

Había un grupo de niños con túnicas blancas y otro grupo de niñas y mujeres con abayas negras. Desfilaron ordenadamente y ensayaron su ceremonia con la música de los altavoces. Revolucionamos un poco el ambiente y grupos de adolescentes venían a preguntarnos de donde éramos entre risas y a pedirnos fotos. 





Al salir del castillo fuimos al Farasan Island Ticket Center, una pequeña oficina donde reservamos los billetes gratuitos de Ferry para ir a las cercanas Islas Farasán, a 40km de la costa árabe. Teníamos curiosidad por conocerlas. Luego paseamos por La Corniche. Tenía un parque con una noria, a orillas del Mar Rojo. Las familias se sentaban en alfombras en el suelo, tomando té, haciendo pequeños picnics y contemplando el horizonte.



sábado, 18 de febrero de 2023

RIAD, RASCACIELOS Y TRADICIÓN

Riad (o Riyadh) la capital de Arabia Saudí, era la ciudad más grande del reino y una de las más ricas del mundo. Antaño fue una amurallada estación de paso en las rutas comerciales del desierto. Su nombre en árabe significaba “jardín”. Llegamos desde Al Ula, todo un contraste, en un autobús nocturno tras un montón de horas de trayecto, con paradas para cena y toilette.


Empezamos el recorrido en la Fortaleza Masmak del s. XIX. Tenía forma rectangular y estaba hecha de adobe, con cuatro torreones en sus extremos y una quinta torre de vigilancia en la parte central. Estaba en una plaza con palmeras. Fue la residencia de la familia real saudí hasta 1938, cuando se trasladaron al Palacio de Murabba. En el interior tenía un Museo con armas, joyas, vestidos, fotografías, vídeos. Nos gustaron las puertas de madera con adornos de hierro y dibujos geométricosDos niñas la visitaban con sus familias, vestidas con coloridas túnicas festivas. 

Al lado estaba la Gran Mezquita Imam Turki Bin Abdullah. Era una de las más grandes de Arabia Saudí, con capacidad para 17.000 personas. Fue construida en el año 1993 y su nombre hacía referencia al fundador del Emirato del Nejd, que fue el gobernador. Estaba en la gran Plaza Deerah o Al Safa, donde se ubicaba el mercado antiguamente. Tenía palmeras y cafeterías. Pero su lado oscuro era que allí se continuaba ejecutando a los presos según la ley islámica, como si fuera la Edad Media. Unas fuentes apagadas en una esquina marcaban el lugar. Sobrecogía saberlo y parecía increíble, pero era real. 

 

Cerca estaba el zoco Al Thumairi. Tenía muchas tiendas de abayas, la vestimenta tradicional de las mujeres. Otra parte era de antigüedades, con gramolas, teteras, cajas, mesas, taburetes, morteros, puertas, dagas decoradas, radios antiguas, lámparas, alfombras y otros objetos. Un buen lugar donde perderse y curiosear.



El Riad moderno estaba representado por los rascacielos, como el Kingdom Center, coronado por el Sky Bridge, un puente de acero y cristal de 300 toneladas que conectaba las dos torres. Bajo el puente había un gran hueco en el edificio. El rascacielos era el más emblemático de la ciudad, tenía 99 pisos y 302m de altura, fue construido en el 2002. El ascensor de alta velocidad (180km/h) hizo la subida en dos tramos: primero subimos hasta el piso 77 y luego otro ascensor hasta el piso 99. Fue muy rápido, cronometré apenas 2 minutos y casi no se notaba la ascensión. Al llegar al Sky Bridge noté algo de vértigo, al ver los edificios diminutos por los amplios ventanales. La ciudad se extendía a nuestros pies. Destacaba el rascacielos con un gran globo en su parte superior, otros triangulares y otros en forma de vela, entre edificios más bajos. Las vistas eran impresionantes. 

Curioseamos el Centro Comercial ubicado en el mismo edificio del Kingdom Centre. Nos llamó la atención encontrar tiendas de ropa interior, con los maniquíes con sujetadores y braguitas a la vista, todo un contraste con las mujeres compradoras con abayas negras y el rostro cubierto mostrando solo la ranura de los ojos. Las tiendas de lujo no tenían mucho interés para nosotros, lo interesante era el ambiente de la gente paseando. Los halls de los centros comerciales eran tremendos, de gran altura, con palmeras interiores, los árabes lo hacían todo a lo grande.

Riad era una ciudad diseñada para recorrer en coche por las grandes distancias, casi nadie iba a pie. Aún así, la pateamos y paseamos por Riad al anochecer viendo las rascacielos iluminados. El Sky Bridge del Kingdom Center cambiaba de color: rojo, lila, verde, naranja. Había dos edificios con forma de vela, otro iluminado como un abeto navideño. otro con forma de ovni y torres curiosas. Riad nocturna era todo un espectáculo.

Al día siguiente visitamos Diriyah, la antigua ciudad de adobe Patrimonio Mundial. Estaba a 25km de Riad. Fue el hogar ancestral de la familia Al Saud en Wadi Hanifa. Leímos que era uno de los lugares más evocadores del reino. Era un recinto con muros de adobe entre palmeras. Estaba totalmente restaurado, con torreones y casas decoradas con dibujos geométricos labrados en el adobe de las fachadas.