La ciudad de Gondar, al norte del Lago Tana, fue la antigua capital imperial de Etiopía. Estaba a 2.200m de altitud. En Gondar visitamos la ciudadela de Fasil Ghebi, el recinto real amurallado del siglo XVII, donde estaban los castillos construidos por diferentes emperadores etíopes. Eran Patrimonio de la Humanidad. Estaban muy bien conservados con las sucesivas restauraciones, sobre todo los castillos del Rey Fasilides, el del Emperador Iyasu y el de Yohannis
Los muros tenían una anchura de 80cm y las piedras estaban unidas con una argamasa especial que, según nos explicaron, tardaba unos seis años en elaborarse. Vimos varios estanques con la argamasa mezclada con agua, a la espera de ser utilizada. Y en cada estanque una placa de barro indicaba la fecha de elaboración. Nos pareció muy laboriosoEl aspecto de todo el recinto era medieval, con torreones, almenas, escalinatas, ventanas arqueadas y hasta balcones de madera. Era un estilo arquitectónico que mezclaba elementos árabes y barrocos, traídos por los misioneros portugueses y técnicas indias. Nos explicaron que las escalinatas exteriores tenían forma de caracol, y las internas las construían angular.
Entramos en la sauna y el baño del rey, construidos por consejo del doctor Poncet. Recordaban a un hammán turco. Eran tres estancias: templada, caliente y fría. En la primera, se colgaba la ropa de unos cuernos de reses pegados a la pared, que aún se conservaban. La segunda, más caliente, era el baño con los agujeros en el techo que dejaban filtrar la luz del sol. Y la tercera era la estancia para baños con agua fría.
En Gondar estaba la Iglesia Debre Brihan Selassie, una de las más bonitas, de piedra con dos pisos y techo de paja. Se construyó a finales del S XVII bajo el reinado de Iyasu I. Un rayo se cargó la iglesia original y tuvo que ser reconstruida. A diferencia de las iglesias etíopes que tienen normalmente planta circular esta es diferente, ya que su planta era rectangular. Tenía pinturas murales y 135 querubines en el techo, que nos miraban con sus grandes ojos.
Fuera del Recinto visitamos el llamado Baño de Fasilides. Estaba a 2km de la ciudad y fuimos paseando. Tenía un torreón en medio del estanque, seco en aquella época. En la celebración del Tinkar lo llenaban de agua a través de canales que comunicaban con él, y tenía lugar allí una ceremonia con los sacerdotes asomados a los balcones de madera del torreón. En el muro que rodeaba el estanque habían crecido las raíces entrelazadas de varios árboles, que se retorcían entre las piedras. Un lugar especial.
Nos despedimos de los castillos con la luz dorada de la puesta de sol.