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domingo, 22 de octubre de 2006

BHUBANESWAR Y EL TEMPLO DEL SOL

En el estado indio de Orissa visitamos el llamado “Triángulo del Oro”, con tres lugares de peregrinación: Bhubaneswar, Konark y Puri. 

El Bindu Sagar era el estanque de las Gotas del Océano. Decían que contenía agua sagrada de todos los lagos y ríos de la India. El estanque era precioso porque toda la superficie del agua estaba cubierta por una capa de color verde intenso. Alrededor asomaban las torres de 54m de altura del templo Lingaraj Mandi. Lo rodeamos y vimos desde el exterior porque no se permitía la entrada a los no hindúes, como en Puri.Estaba dedicado a Thibhubaneswar, el Señor de los Tres Mundos, representado en un bloque central de granito. Diariamente lo mojaban con agua, leche y bhanj (marihuana).

Bhubaneswar era una ciudad histórica que había tenido más de mil templos, de los que se conservaban solo cincuenta. Era un ejemplo del florecimiento de la arquitectura religiosa durante la Edad Media. Era una mezcla de patrimonio hindú, budista y jainista.



El Templo del Sol de Konark, del s. XIII, era Patrimonio de la Humanidad. Tenía forma piramidal y la piedra oscurecida por las lluvias y el paso de ocho siglos. Los marineros lo veían desde el mar y lo conocían con el nombre "Pagoda Negra". 

La base del templo representaba el carro cósmico del dios Surya, el dios del sol, apoyado en 24 ruedas y arrastrado por 7 caballos. Las ruedas tenían más altura que una persona, y en los radios había pequeñas esculturas labradas. 


Todo el perímetro del templo tenía bajorrelieves labrados en la piedra y figuras de apsaras. Era la crónica de la vida de Kalinga, un relato de vida y amor con escenas eróticas. Comprobamos que había posturas y contactos de todo tipo, entre parejas y tríos. Un completo e imaginativo Kamasutra. 

En los laterales había estatuas de elefantes y caballos pisoteando soldados. Era un templo imponente, y no costaba imaginarlo en sus tiempos de esplendor.









viernes, 20 de octubre de 2006

LA CIUDAD SAGRADA DE PURI

Puri era uno de los lugares de peregrinación más sagrados de la India. Además coincidimos con la festividad del Diwali por lo que cientos de peregrinos ocupaban las calles. El Templo hindú Jagannath Mandir, dedicado al señor del Universo, encarnación de Vishnú. Estaba amurallado y tenía varias torres piramidales blancas y rosadas. 

La entrada no estaba permitida a los no creyentes. Se podía ver parte del interior desde la Biblioteca, pero estaba cerrada. Así que lo vimos desde la terraza del primer piso del bar The Grand, cercano al templo, y contemplamos el ambiente.



Un gran gentío rodeaba el templo. Mujeres con sus saris coloridos, santones con túnicas naranjas o dhotis mínimos, ancianos de barba larga y canosa, conductores de rickshaw…Todos deambulaban calle arriba, calle abajo. Llevaban ofrendas de flores naranjas y comida troceada (coco, pepino, cebolla). En los puestos vendían rosarios y parafernalia hinduista, garbanzos condimentados, polvos de colores y chai.



Rodeamos el templo amurallado y vimos las entradas protegidas por estatuas de leones, hombres a caballo, tigres y elefantes de piedra. Leímos en la guía de la Lonely Planet que en el templo trabajaban 600 hombres que se encargaban de los rituales de los dioses, y 400 cocineros, unas 20.000 personas dependían del templo para vivir. Viendo aquella multitud y las riadas de gente que entraba y salía parecía creíble.




Nos empapamos de aquel ambiente religioso y festivo. Y nos gustaron mucho las calles de los alrededores, con vacas deambulando libremente. Las casas eran de piedra de dos plantas, con balcones con balaustradas y patios. Muchas estaban deterioradas, pero eran bonitas. 









Nos empapamos de aquel ambiente religioso y festivo. Y nos gustaron mucho las calles de los alrededores, con vacas deambulando libremente. Las casas eran de piedra de dos plantas, con arcos y balcones con balaustradas y patios. Muchas estaban deterioradas, pero eran bonitas. 

Aquel laberinto de calles era mucho más tranquilo que la calle principal. La gente nos saludaba, preguntaban de que país éramos y nos deseaban “Happy Diwali”. El Diwali es la fiesta de las luces. Por la noche todas las calles, casas y comercios de Puri tenían pequeños cuencos con lámparas de aceite para celebrarlo y tiraban petardos y fuegos artificiales. Los vimos desde la playa.