Las utopías existen. Y
de algunas quedan ruinas. El establecimiento de las Misiones Jesuíticas en
Argentina, Brasil y Paraguay a principios del s.XVII fue una de esas utopías.
Es apasionante leer el origen y la historia de las misiones. Se fundaron como
un experimento civilizador socio-religioso que recreaba el mito del buen
salvaje de Rousseau.
Todas seguían el mismo
modelo: se accedía por una gran puerta e piedra labrada y tenían una gran
plaza, una Iglesia, las viviendas de los indios guaraníes y de los jesuitas, el
colegio, los talleres, el cotiguazú (o casa de las viudas) y el huerto. Los
hombres hacían los trabajos rurales, de carpintería, herrería, arte y
artesanías. Las mujeres cuidaban a los niños, hilaban, tejían y realizaban las
tareas domésticas. Todos participaban en trabajos artísticos y religiosos.
Los indios ganaban
seguridad, tenían su supervivencia asegurada y se les permitía hablar su lengua
y mantener sus costumbres. A cambio, perdían libertad, convivían con tribus
distintas y se les prohibieron costumbres como la poligamia y el canibalismo.
El experimento funcionó
más de 150 años, fueron misiones prósperas y generadoras de arte, hasta la expulsión
de los jesuitas por el rey Carlos III en 1768. Antes de ese final también
sufrieron los ataques de los bandeirantes
o mamelucos, los cazadores de
esclavos brasileños, que capturaban a los indios guaraníes.
Tuve la oportunidad de
conocer cuatro de esas reducciones: Trinidad y Jesús de Taravangüé en Paraguay,
y San Ignacio de Miní y Santa Ana en Argentina. Eran muy extensas, de piedra
roja labrada. Se veían arcos y columnas con pedestales trabajados y ventanas
abiertas a la selva. En algunas las raíces de higueras gigantes crecían
incrustadas entre las piedras centenarias, como en los templos camboyanos de
Angkor. Y aunque sabía que podían ser destructoras, eso embellecía las ruinas y
las hacía más salvajes.
Fueron destruidas y
saqueadas por invasiones portuguesas y paraguayas. Pero quedó su historia, para
todos aquellos a quienes nos gusta escuchar el pasado y aprender de él.