En el centro del lago Inle
había una isla donde estaba el Monasterio Nga Pha Kyaung,
construido en madera sobre pilotes, tipo palafito. En su sala principal había
una colección de imágenes de Buda de estilo san, tibetano y bagan. Hablamos con
el abad, que nos pareció muy joven para su cargo; nos explicó que había pasado
un examen para serlo. Estaba pintando una mandala en una pizarra en el suelo.
Tenía todos los botes de pintura por el suelo, y se inclinaba a dibujar
mientras le observaba uno de los monjes. Nos mostró la biblioteca, con alguno
de los libros sagrados del monasterio. Las tapas de los libros eran de madera
de teca, con los bonitos caracteres birmanos redondeados.
Había varios gatos por
allí y los monjes les habían enseñado a saltar por el aro. Ya se conocía como
el monasterio de los gatos saltadores. Nos hicieron una demostración en un
rincón, donde se colaban los rayos del sol.
En el monasterio vivían
sólo cinco monjes, en la época que fuimos. Nos invitaron a tomar té y nos
enseñaron sus habitaciones, con vistas al lago. Tenían cortinillas naranjas en
las ventanas y almanaques con paisajes de otros países en las paredes. Como mobiliario,
camas con dosel y mosquiteras, y un armario donde guardaban los libros. Una
pasarela de madera sobre pilotes en el lago comunicaba con otras habitaciones.
Allí tenían unas hamacas donde nos tendimos a tomar el sol, charlar con los
monjes y disfrutar de la paz del monasterio del lago.

En otro monasterio encontramos una escuelita de monjes. Los pequeños monjes vestían sus túnicas granates y azafrán, con el brazo al descubierto. Los estudiantes escribían aplicadamente en sus pizarras negras, en sentido vertical. Un maestro tenía a su alumno abrazado por detrás, mientras le enseñaba la escritura. Alteramos un poco el orden de su clase. Una escena inolvidable.
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