La comunidad de Katunguru estaba en las orillas del Canal de Kazinga, que unía el Lago George y el Lago Albert. Estaba dentro del Parque Nacional Queen Elizabeth.
En las orillas encontramos decenas de barcas de pescadores que vendían sus capturas: tilapias, catfish, lamb fish y otras especies. Habían pasado la noche pescando, y se ocupaban en desenredar las redes y arreglar sus barcas.
Los pecadores usaban cañas de papiro para reflotar las redes y piedras como lastres. Los papiros crecían en abundancia en las orillas, con una especie de plumeros en la parte alta. Se veían islas flotantes de papiros agrupados bajar por la corriente del canal. Les gustaban mucho a los hipopótamos.
Había mucho ambiente junto al Canal de Kazinga, y las mujeres deambulaban por allí con sus vestidos de colores, recogiendo y vendiendo el pescado.
Visitamos la escuela de Katunguru, que acogía a 104 niños. El maestro nos mostró todas las aulas y los niños nos cantaron una canción de bienvenida. Las niñas llevaban uniforme lila y los niños amarillo. Estaban sentados en sus pupitres, atentos a la pizarra.
El gobierno no aportaba nada económicamente, eran los del pueblo los que financiaban la escuela y materiales. Además les daban el desayuno, vimos las tazas con porridge de cereales preparadas.
Los niños salieron al patio y jugaron en corro. Me uní al círculo de pequeños que me cogieron con sus manitas. Una visita muy especial que recordaremos.

En Ruhija visitamos otra escuela.
Algunos eran huérfanos y los alojaban en dormitorios con literas, que nos
enseñaron. Estaban en sus aulas, atentos a las pizarras, y nos cantaron una
canción de bienvenida. Luego salieron al patio donde había columpios, formaron
un gran corro y cantaron y bailaron con entusiasmo. Había unos 80 niños de
diferentes edades.
En Ruhija, dentro
del Parque Nacional Bwindi, también visitamos la comunidad Batwa. Los
Batwa eran los antiguos pigmeos, que fueron los primeros pobladores de la
zona. Vivían en unas cabañas en el bosque. Encontramos un hombre mayor de
75 años, adonado con un original tocado de piel animal en la cabeza. A su
alrededor cuatro mujeres llevaban el mismo tocado. Estaban extremadamente
delgados y usaban ropas raídas que no había cambiado en mucho tiempo. Los cambios
en la alimentación los habían hecho ganar altura, pero seguían siendo de corta
estatura.
El hombre mayor y
todos nos saludaron y se mostraron dispuestos a conversar y enseñarnos su austera forma
de vida y sus tradiciones. No hablaban nada de inglés, una chica joven nos hizo
de guía y traductora. Nos mostraron el arco y el ritual con el que cazaban, y
la cabaña que dedicaban a aplicar sus medicinas naturales del bosque. Hicieron
fuego en poco tiempo frotando dos palitos. Nos preguntamos cuánto tiempo
resistirían viviendo de aquella forma.
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