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sábado, 10 de octubre de 1998

LOS DORZE Y EL P.N. NECHISAR

Partimos desde la capital Addis Abeba hacia el sur para hacer una ruta por el P.N. Omo y Mago. Pasamos por Tiya, donde se conservaban unas piedras funerarias con símbolos e inscripciones. Paramos en Shashemene y Arba Minch, situada a los pies de las colinas del Valle del Rift, entre dos grandes lagos, el lago Abaya y el lago Chamo. El nombre de Arba Minch significaba en amharic “cuarenta fuentes”. 

 

Desde Arba Minch fuimos a Chencha, un pequeño poblado donde vivía la etnia llamada “dorze”. Sus chozas de cañizo tenían una forma característica que recordaba a un elefante visto de frente, con la trompa hacia abajo. Los niños nos rodearon en seguida, y nos acompañaron en el paseo. Entramos en una de las chozas. El interior estaba muy oscuro y tardamos en acostumbrar los ojos. Tenían una pequeña antesala, luego los utensilios de cocina y un camastro en el suelo.



En el interior de otra choza vimos dos hombres trabajando en unos telares. Pasaban los hilos blancos de algodón con habilidad y rapidez, y nos enseñaron una pieza acabada con una cenefa de colores: era la pañoleta que se colocaban las mujeres sobre la cabeza y el cuerpo. Los Dorze eran conocidos por su fabricación de tejidos, elaborando las shama, unas túnicas de colores con dibujos geométricos, que se vendían en todo el país.

Al día siguiente visitamos el Parque Nacional Nechisar era una de las mejores y más bonitas reservas de África. El primer tramo fue una pista de tierra atravesando un bosque, en el que vimos ardillas y algunos monos correteando. Los troncos de algunos árboles formaban una bóveda sobre la pista. Esta desembocaba en el lago Abaya y el lago Chamo. El lago Chamo era más pequeño, pero en su centro tenía un par de islas volcánicas. El color de las aguas iba del marrón fangoso a un leve rosado, según la luz. En las orillas vimos algún pescador. 

Lo visitamos con un guardia del parque, armado con un fusil. Iba sentado a mi lado, y no sé si tendría el seguro puesto, pero con el traqueteo y los baches, me preguntaba si podría dispararse el fusil que llevaba en posición vertical y la trayectoria que seguiría la bala.


Nech significaba “hierba blanca” en amharic, y la inmensa llanura que se abría tras el bosque estaba llena de hierbas amarillentas y blanquecinas, salpicadas de acacias y otros árboles diseminados. Vimos algunas cebras, gacelas de Grant, algún antílope, gallinas de guinea, mariposas, pavos reales y aves. Creo que en el parque había 70 especies de mamíferos y 350 especies de aves. Disfrutamos poder bajar del coche y andar en silencio entre la hierba, cerca de las cebras. 

Por la tarde dimos un paseo en barca por el lago, y lo contemplamos desde el jardín arbolado del hotel Bekele Molla, un bonito mirador.