Partimos desde la
capital Addis Abeba hacia el sur para hacer una ruta por el P.N. Omo y Mago.
Pasamos por Tiya, donde se conservaban unas piedras funerarias con símbolos
e inscripciones. Paramos en Shashemene y Arba Minch, situada a los pies
de las colinas del Valle del Rift, entre dos grandes lagos, el lago Abaya y el
lago Chamo. El nombre de Arba Minch significaba en amharic “cuarenta
fuentes”.
Desde Arba Minch fuimos a Chencha, un pequeño poblado donde vivía la etnia llamada “dorze”. Sus chozas de cañizo tenían una forma característica que recordaba a un elefante visto de frente, con la trompa hacia abajo. Los niños nos rodearon en seguida, y nos acompañaron en el paseo. Entramos en una de las chozas. El interior estaba muy oscuro y tardamos en acostumbrar los ojos. Tenían una pequeña antesala, luego los utensilios de cocina y un camastro en el suelo.
En el interior de
otra choza vimos dos hombres trabajando en unos telares. Pasaban los
hilos blancos de algodón con habilidad y rapidez, y nos enseñaron una pieza
acabada con una cenefa de colores: era la pañoleta que se colocaban las mujeres
sobre la cabeza y el cuerpo.
Al día siguiente visitamos el Parque Nacional Nechisar era una de las mejores y más bonitas reservas de África. El primer tramo fue una pista de tierra atravesando un bosque, en el que vimos ardillas y algunos monos correteando. Los troncos de algunos árboles formaban una bóveda sobre la pista. Esta desembocaba en el lago Abaya y el lago Chamo. El lago Chamo era más pequeño, pero en su centro tenía un par de islas volcánicas. El color de las aguas iba del marrón fangoso a un leve rosado, según la luz. En las orillas vimos algún pescador.
Lo visitamos con un guardia del parque, armado con un fusil. Iba sentado a mi lado, y no sé si tendría el seguro puesto, pero con el traqueteo y los baches, me preguntaba si podría dispararse el fusil que llevaba en posición vertical y la trayectoria que seguiría la bala.
Nech significaba “hierba blanca” en amharic, y la inmensa llanura que se abría tras el bosque estaba llena de hierbas amarillentas y blanquecinas, salpicadas de acacias y otros árboles diseminados. Vimos algunas cebras, gacelas de Grant, algún antílope, gallinas de guinea, mariposas, pavos reales y aves. Creo que en el parque había 70 especies de mamíferos y 350 especies de aves. Disfrutamos poder bajar del coche y andar en silencio entre la hierba, cerca de las cebras.
Por la tarde dimos
un paseo en barca por el lago, y lo contemplamos desde el jardín arbolado del hotel
Bekele Molla, un bonito mirador.