Ecuador es un país de volcanes de
sonoro nombre y presencia imponente, como el volcán Chimborazo, el Pichincha o
el Cotopaxi. Y también es país de baños termales, con aguas calientes,
procedentes del volcán Tungurahua.
La zona de Baños es conocida por
sus cascadas y baños termales, con agua caliente de origen volcánico. Nos
bañamos en las termas de la Piscinas de la Virgen, entre cientos de
ecuatorianos. Eran tres piscinas al aire libre, adosadas a la negra pared de
roca, y desde las que se contemplaba la caída de la Cascada de la Virgen. Una
de las piscinas tenía el agua fría, otra templada y otra a 48º. El agua era de
un color marrón claro por la concentración de minerales.
En una chiva, un autobús
con los laterales abiertos, visitamos varias cascadas de los alrededores:
Agoyán, el Manto de la Novia, el Encanto del Rocío y el Pailón del Diablo.
En la primera de ellas,
atravesamos el barranco en una cabina colgante abierta, que llamaban tarabita.
El volcán Chimborazo es el punto más alejado de la tierra
y el más cercano al sol, con su pico de 6.310m. de altura. Se puede llegar
fácilmente a sus pies, con un vehículo por una pista de tierra volcánica
oscura. Por el camino se ven grupos de llamas de pelo rojizo. Se para junto al primer
refugio, una casona solitaria, rodeada de islotes blancos de nieve. Varias
lápidas recordaban a los montañeros que habían fallecido, por avalanchas o
accidentes en la montaña.
Subimos hasta el segundo refugio
caminando cuesta arriba. El día estaba bastante nublado y frío. Dudábamos de
cómo iba a reaccionar nuestro cuerpo haciendo ejercicio a tanta altura. Pero
fuimos poco a poco, sin prisas, habíamos consumido glucosa, y además íbamos
abrigados. Al llegar al segundo refugio, a 5000m. de altitud, las nubes se
abrieron y vimos la cima nevada del Chimborazo, recortada sobre el azul del
cielo. Aquella vista fugaz de una de las cimas de la Tierra fue nuestra recompensa.