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miércoles, 1 de diciembre de 1993

EL LAGO VICTORIA

 

Desde Arusha cogimos un autobús hasta Mwanza. El bus iba sobrecargado de paquetes en el techo, hasta el punto de que estaba abombado. El interior también iba repleto, con pasajeros y cestas de gallinas. Además, los tanzanos vendían los billetes de pasillo a un precio más barato y había pasajeros que hacían el trayecto a pie. 

Cuando llevábamos una hora de trayecto el bus pinchó las dos ruedas delanteras. Bajamos todos los pasajeros y un grupo de hombres se dedicó a cambiar las ruedas, mientras que otros se metieron debajo del bus para aprovechar la sombra. Después de varias incidencias, calor, polvo rojo y casi 48 horas interminables de autobús llegamos a Mwanza. 



Mwanza era el puerto más importante de Tanzania en el Lago Victoria. El Lago Victoria era más grande que un país como Irlanda. Era inmenso, de aguas oscuras. Parecía que estábamos contemplando un mar, pues el lago se perdía en el horizonte, y se formaban crestas de espuma blanca con el oleaje. Por todo el lago se veían formaciones rocosas peculiares. Muchas tenían la parte superior blanca, probablemente de los excrementos de los pájaros. Sobre cada roca solían verse aves parecidas a garzas o cigüeñas, inmóviles descansando sobre una pata.


           

Era el segundo lago de agua dulce más grande de la Tierra y una de las principales fuentes del río Nilo. El primer europeo en llegar al lago fue el explorador británico John Speke, que lo nombró Lago Victoria, en homenaje a la reina. El mítico David Livingstone también pasó por allí. La mayor parte del lago pertenecía a Tanzania (49%), el resto a Uganda (45%) y una pequeña parte a Kenya (9%).



Cogimos una barca por el lago para ir hasta la isla de Saanane, donde había una reserva de animales. Vimos alguna barca de pescadores. La isla estaba muy cerca y fue un paseo agradable. Era pequeña y la recorrimos andando. Encontramos gacelas, cebras y ñús pastando juntos amistosamente en los prados verdes. Toda aquella zona tenía una vegetación abundante porque las lluvias solían ser abundantes. 

Había muchas rocas, árboles con lianas colgantes, decenas de lagartos de piel rosa y violeta correteando entre las piedras, puercoespines, un león y un leopardo precioso enjaulados. Los rugidos del león resonaban por toda la isla, mientras nos tomamos un refresco junto a dos cebras y un ñu. Y hasta vimos algún cocodrilo entre los islotes de jacintos de agua y otras plantas flotantes. Como nos supo a poco el paseo en barca, cogimos un ferry a Kamanga y disfrutamos del mítico Lago Victoria. Por la noche probamos la perca del Nilo, abundante en el lago.