El Salar de Uyuni es una maravilla
natural, es la mayor extensión de sal
del mundo, a 3600m. de altitud y con 12.106 km2. El blanco es
cegador. Y el cielo del Altiplano boliviano era de un azul intenso. En alguna
zona había pirámides de sal que
apilaban los trabajadores. Tenían que picar fuerte con el pico porque la
superficie era dura.
El lugar
había sido originariamente un gran lago que se secó. El terreno estaba
resquebrajado en fragmentos octogonales formando un mosaico hasta que se perdía
la vista. Era inmenso.
Visitamos
el Hotel-Museo de sal, con las camas y todo el mobiliario hecho de sal, además de algunas figuras talladas en piedra de sal,como una llama.
Otra
sorpresa fue la Isla de Incahuasi
situada en el centro del Salar, formada por rocas volcánicas, algo elevada, y
cubierta por cientos de cactus
gigantescos. Los cactus eran de la especie Trichocereus con alguna flor lila. Algunos eran enormes, de hasta seis metros de altura, y con varios
brazos. Subimos a la cima de la isla y quedamos rodeados por un ejército de
alargados cactus. Un paisaje realmente bello y curioso.
Cerca del Salar había un Cementerio de Trenes. En medio de la nada, en un terreno desolado, descansaban las viejas locomotoras y oxidados vagones. En uno de los vagones alguien había escrito "Así es la vida". Trepamos por las máquinas, al techo de los vagones y nos asomamos por todos los agujeros y rincones, imaginando el tren cuando circulaba. Un lugar bastante surrealista.
© Copyright 2009
Nuria Millet Gallego
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