En uno de los viajes en
tren por Japón vi a una chica con zapatos rosas, con los tacones en forma de corazón.
No hace falta decir que no paré hasta conseguir fotografiar un calzado tan
peculiar y de comodidad dudosa.
Otra chica combinaba
medias negras hasta la rodilla con un gran lazo rosa, en puro estilo lolita,
aderezado por otros complementos.
Las camareras de
algunos bares ofrecían propaganda callejera vestidas de conejitas o sirvientas,
con medias, lazos y delantales. Los bares o cafés de sirvientas (meido café)
proliferaban en Tokio. Incluían
actuaciones musicales en directo y atención por una sirvienta que llama ojo-sama o goshujin-sama (ama/amo)
También había “bares de chicos” con fotografías en el exterior. Era la ley del
mercado, de la oferta y la demanda. Un loco afán por disputarse todo tipo de
clientela, de la que no quise formar parte.
Las tazas del W.C tenían un mando lateral
que podeis ver en la foto (casi parecía el mando del asiento de un avión) y que
ofrecía posibilidades dignas de
sibaritas. Por ejemplo un bidé incorporado con chorros a presión directos a
la intimidad del usuario. Y un dispositivo que mantenía el asiento caliente y que podía graduar la intensidad. Muy práctico
para los inviernos fríos.
El llamado tren
bala o Shinkansen, el tren de
alta velocidad tenía el morro en forma de pato o delfín, según el
modelo. Podía alcanzar velocidades de
300km/h, más rápido que nuestro AVE. En el tren los revisores y las
camareras saludaban con una reverencia cada vez que entraban y
salían del vagón. No se saltaban ni una reverencia, aunque hubiera pocos
pasajeros y nadie les mirara. En la televisión, los presentadores de los
noticiarios y otros programas también saludaban con una reverencia, una muestra
de respeto y herencia de la cultura
tradicional.
Japón era mucho más que
estos pocos detalles, pero me apetecía reunirlos aquí, como una curiosidad del país que me atrapó,
metafórica y literalmente.
© Copyright 2010
Nuria Millet Gallego