Bolivia es el paraíso
para una coleccionista de sombreros como yo. Se veían bastantes cholitas, las
mujeres con ropa tradicional: amplias faldas superpuestas que llaman polleras,
mantones, sombreros de fieltro tipo bombín, negro o marrón, y largas trenzas
anudadas en la espalda. Pregunté a una chica joven cuántas faldas llevaba
puestas y me dijo que cuatro (¡) con las enaguas. En los mantones cargaban a
los niños o cualquier otra cosa, a modo de mochila. Todo eso les daba un
aspecto bastante voluminoso.
El sombrero estaba muy
por encima de la cabeza, poco encajado, parecía a punto de caerse en cualquier
momento. En una librería de La Paz leí que eran del tipo de sombrero borsalino,
más alto que el bombín, y era el que utilizaban las cholas, vocablo que
designaba a las mestizas.
Un domingo fuimos a
visitar el colorido mercado de Tarabuco, un pueblecito cercano a Sucre. Hombres
y mujeres vestían ponchos y sombreros llamados “monteras”, probable herencia de
los soldados conquistadores. Muchas mujeres llevaban otro tipo de sombreros
negros con visera trasera y adornos con cuentas de colores.
Cuando viajábamos en
micro, las furgonetas colectivas, nos gustaba sentarnos en la parte de atrás
para contemplar el panorama de sombreros y las largas trenzas de las mujeres
bolivianas.
© Copyright 2009
Nuria Millet Gallego