Los domingos se celebraba el mercado en el pueblo de Tarabuco. Fuimos en minibús desde Sucre, en un trayecto de hora y media.
El Mercado de Tarabuco nos gustó mucho por el colorido y el ambiente con gente indígena de los pueblos de los alrededores. En el museo textil de Sucre leímos que los Tarabuco no eran un grupo étnico ni una comunidad compacta, pero se denominaba así a los de la región porque compartían indumentaria y rasgos de identidad común.
Hombres y mujeres
vestían con la indumentaria tradicional, ponchos coloridos y sombreros
peculiares. Los hombres llevaban monteras, probable herencia de los
soldados conquistadores. Las mujeres llevaban los sombreros borsalinos tipo bombín, y la mayoría usaba otro tipo de sombreros negros altos, con
borlas, visera trasera y adornos con dibujos con cuentas de colores.
En los puestos del
mercado vendían frutas y verduras, pero sobre todo textiles, tejidos coloridos,
gorros, calentadores, muñecas, guantes, chumpas (jerseys) y chuspas (las bolsas para
llevar la coca). También vendían madejas de lana de colores intensos,
teñidos con tintes vegetales. De vez en cuando pasaban burros de carga con las
mercancías compradas. Había un terreno donde aparcaban a los burros.
En la elaboración
de un tejido de menos de un metro de largo se podía tardar de dos a tres meses,
según nos dijeron Los tejidos mostraban escenas costumbristas agrícolas, de la
recolección, la elaboración de pan en los hornos, el pastoreo de llamas y
ganado, funerales y bodas. Las figuras ocupaban una parte de la tela en franjas
y el resto eran figuras geométricas. Todo de gran colorido e imaginación. Eran
motivos tradicionales a los que habían incorporado alguna innovación.
Comimos en la plaza un menú popular de arroz con pollo frito y papas por unos pocos bolívares. Los indígenas locales pasaban ante nuestra mesa como en un desfile. Sus rostros eran morenos y curtidos, surcados de arrugas y enmarcados por los diferentes sombreros.