Madain Saleh, la
antigua Hegra, era conocida como la Petra de Arabia Saudí, incluso más
impresionante que la famosa ciudad de Jordania. Ambas fueron importantes
ciudades comerciales en las antiguas rutas comerciales nabateas. La formaban 131
tumbas nabateas talladas en la roca, con elementos de arquitectura
grecorromana combinados con imaginería nabatea y babilónica. Estaban consideradas
Patrimonio Mundial.
Nos apuntamos al recorrido del Tour Hegra, que compramos por la web El recorrido se hacía en un autobús que partía del Winter Park Visitor Center. La primera parada fue la Tumba de Hinat, hija de Wahbu. La gran roca dorada nos impresionó. Tenía varias puertas grandes de entrada en la parte frontal, con otras cavidades. Las puertas tenían adornos triangulares en la parte superior, y algún rosetón. Miramos en el interior y se veían los nichos. Al rodearla todavía nos gustó más. Tenía dos grandes puertas juntas, con frontispicios adornados con ánforas y águilas decapitadas y con las alas extendidas. El paisaje de alrededor con formaciones rocosas rojizas y doradas, y formas caprichosas.
Allí se encontró
el cuerpo completo de un difunto, que enseñaba el proceso de entierro de los
nabateos. Primero colocaban una capa de algodón, luego otras dos de lino y la última
de cuero. La joyería nabatea que se encontró en la tumba incluía un collar
hecho de dátiles, que simbolizan salud y fertilidad.
La segunda parada fue la Tumba de Lihyan, hijo de Kuza (Qsar AlFarid). Estaba tallada en una gran piedra aislada. Se diferenciaba por tener cuatro columnas en la fachada, en vez de las dos habituales. El frontispicio de la puerta tenía el águila, que simbolizaba el dios sol, con la cabeza cortada. La forma en que tallaban las tumbas era sin usar andamios, desde arriba hacia abajo, utilizando cinceles, martillos y picos. Una tarea trabajosa. Decían que la parte baja de la tumba estaba inacabada, que hubiera sido la fachada más grande.
La tercera parada
fue Qsar Al Bint o Palacio de la Hija. Una gran roca alargada, con
numerosas oquedades negras en la fachada. Reunía todos los elementos
característicos de la arquitectura nabatea: columnas con capiteles, relieves de
animales (águilas, serpientes, esfinges), inscripciones con símbolos curiosos.
Creo que había unas 30 tumbas; nos dijeron que 20 tumbas eran de mujeres, con
alguna cara tallada en la entrada. También tenían ánforas y rosetones. En una
de ellas había una medusa, tal vez para que nadie se aproximara a la tumba y si
lo hacía, que se convirtiera en piedra, como decía la mitología romana.
La cuarta parada fue Jabal Ithlib, una montaña con piedras sagradas. En el recinto llamado Al Diwan los nabateos llevaron a cabo ceremonias sagradas, fiestas o discusiones políticas. Diwan significaba “salón” en la cultura árabe. Era un gran templo con bancos de piedra donde se podían sentar, reclinar, beber o escuchar música. Tenía los techos muy altos para que hubiese eco y se escuchara bien a los que hablaban. Estaba protegido del viento entre dos montañas. Un estrecho desfiladero Siq de unos 40m de largo entre dos paredes de roca bordeado de altares pequeños con inscripciones.
En las paradas nos obsequiaron con higos, frutas confitadas y zumos de naranja, granada o agua gratuitos, en zonas de chill-out con divanes. Allí descansamos y por la tarde hicimos el Tour Dadan, de dos horas de duración. Dadan fue el antiguo reino de las civilizaciones Lihyanita y Dadanita.
Nos explicaron su
relevancia histórica y nos llevaron en un carrito de golf hasta la montaña
Jabal Ikmah. Tenía unas tumbas excavadas en la pared de la roca rojiza, que
se veían como cuadrados negros en la distancia. Los miramos con prismáticos.
También fuimos a un cañón con inscripciones y petroglifos de animales, como un
buey con cuernos, y manos grabadas en la piedra. Fue un día interesante y muy completo.