sábado, 4 de noviembre de 2023

SAO ANTAO, VALLE DE PAUL


El plan del segundo día en Sao Antao era hacer senderismo desde el Cráter de Cova a Paul, otra ruta de 16km. Era una ruta panorámica atravesando montañas verdes y terrazas escalonadas con cultivos.

Paramos en varios miradores y en el Paso Delgadinho, la carretera que dividía la Ribeira Grande de la Ribeira Torre. Los picos rocosos abundaban, con paisajes de gran belleza.

En el Cráter de Cova empezaba el sendero. Era un camino empedrado descendente en zigzag hacia el Valle de Paul. Al principio nos envolvió una densa niebla, pero luego se disipó.

El Valle de Paul era un mosaico de cultivos. Había plantaciones de caña de azúcar con plumeros en la parte superior, mangos, mandioca, plataneros, papayas, aguacates...era un auténtico vergel, regado por numerosos arroyuelos. Allí no faltaba el agua, como en otras islas de Cabo Verde.
Las casas tradicionales de los agricultores tenían tejadillos de cañizo, sujeto con tiras. Nos cruzamos con aldeanos cargando sus fardos a la espalda o en la cabeza. Nos saludaban con un "Bom dia" y estaban dispuestos a charlar. Comimos pescado con patatas en un pueblo del camino.
Pasamos por el pequeño Cidade das Pombas, y llegamos al pueblo de Paul, junto al mar. Fue una caminsta preciosa.


Otro pequeña aldea en un entorno precioso fue Xoxo  salpicada con picos rocosos puntiagudos y con unas cascadas. Todos los paisajes de Sao Antao eran de gran belleza.


viernes, 3 de noviembre de 2023

SAO ANTAO, DE CRUZINHA A PONTA DO SOL

Cabo Verde es un archipiélago volcánico en el Océano Atlántico, formado por 10 islas. Las islas de Barlovento son Sao Antao, Sao Nicolau, Sal y Boa Vista. Las islas de Sotavento son Maio, Santiago, Fogo y Praia, Por el tiempo de viaje, y por la combinación de ferrys, decidimos visitar 4 de las islas de Barlovento. El resto será en otro viaje.

Sao Antao es la isla más montañosa y verde, ideal para hacer senderismo por el camino costero y por el Valle de Paul, pasando por pueblecitos y plantaciones de caña de azúcar, plataneros o mandioca.

Tomamos como base la población de Ribeira Grande y desde allí hicimos excursiones. Un dia fuimos desde Cruzinha hasta Ponta de Sol, 15km. El pueblo de Cruzinha era muy pequeño, con casas decoradas con murales coloridos y barcas de pescadores en la playa.



Fuimos por el sendero costero empedrado  que llaman "de pave", encajado entre las altas montañas y el mar. Eran unos peñascos enormes, formando acantilados con picos puntiagudos y de formas curiosas.
Desde Cruzinha a la aldea de Formiguinhas había 6,6km. Tardamos 2,5 en recorrerlos, parando a hacer multitud de fotos. Pasamos por Aranhas, con una playa de arena negra volcánica, con mucho oleaje rompiendo en espuma blanca. 




En Formiguinhas paramos a comer en el porche de un bar pintado de azul marinero con vistas al mar. Los bocadillos de tortilla y plátanos nos supieron a gloria.




Seguimos caminando, con el rugido del mar de fondo, pasando por Corvo. El sendero hacía subidas y bajadas, con tramos llanos. Fue más empinado los últimos 4km hasta llegar al pueblo de Fontainhas. Había señalizado un Vía Crucis con 14 estaciones. Las vistas eran magníficas. El pequeño pueblo estaba entre terrazas de cultivo escalonadas en las laderas, formando un bonito mosaico. Destacan los colores de las casas. Decían que Fontainhas era la aldea más recóndita de Sao Antao y la más bonita de Cabo Verde. 




Paramos a beber en el bar del pueblo. El chico tocaba la guitarra relajado. Le pregunté cuanta gente vivía en el pueblo y contestó que unas 60 personas. Trabajaban en la agricultura y en la construcción. Él combinaba el bar con el trabajo en el campo. Dijo que en Cabo Verde se jubilaban pronto, con 24 años de trabajo, aunque cobraban poco de pensión.

Continuamos el sendero hasta Ponta do Sol, nuestro destino final. Era una población grande con algunas casas coloniales. Nos gustó su plaza con una Iglesia blanca y el Ayuntamiento, una casona amarilla entre palmeras. Disfrutamos mucho la belleza de los paisajes de la ruta. Fue un buen día de viaje.


domingo, 10 de septiembre de 2023

SUBÓTICA, EL MODERNISMO EN SERBIA

La ciudad de Subótica era una maravilla del Modernismo en Serbia. Callejeamos admirando su arquitectura. Los edificios tenían las fachadas adornadas con estatuillas, caras, relieves de yeso y cenefas. Había una gran variedad de ornamentos.

El Raichle Palace era un precioso edificio modernista, construido por el arquitecto Ferenc Raichle, donde vivió y tuvo su estudio. La fachada era espectacular, blanca decorada con cenefas azules, relieves en piedra y balcones verdes. Un derroche de diseño y de imaginación.


En la Plaza de la República, también llamada Plaza de la Libertad, estaba el Ayuntamiento (Gadska Kuca), construido en 1908. Era un edificio monumental con arcos, torres, tejados triangulares y pintado de granate oscuro. Precioso y muy peculiar. En el interior había una interesante exposición de fotografía. 



Cerca estaba el Teatro, amarillo, con frontispicio triangular y seis enormes columnas. La Biblioteca tenía la fachada amarilla y blanca, con grandes cariátides, unos Hércules barbados con perros, sosteniendo el balcón, y unas ninfas n la parte superior.



Seguimos por la Ulica Korzo, una calle noble peatonal llena de edificios a cual más bonito arquitectónicamente. Eran de dos plantas, con arcos en la planta baja y pintados de colores granate, verde, crema, amarillo, blanco y ocre. Uno de ellos era el Palacio Vojnic, de tres plantas y fachada granate terracota. Al lado estaba el Zgrada Zlatno Jagnje (Cordero Dorado). Otros era la Casa de la Alabarda o el Hotel Adolf Halbrar.



Las calles tenían mucho encanto, con plazas arboladas, kioskos, terrazas, patios interiores, plantas, flores, estatuas y muchos detalles modernistas. En un antiguo tranvía habían instalado un acogedor café.




Luego visitamos la Sinagoga de Subótica, también de estilo modernista, de fachada blanca y roja, con tres portones de madera con adornos de hierro forjado. El interior nos sorprendió porque era una maravilla. Vidrieras de colores y bóvedas decoradas con cenefas florales y pintadas en verde, amarillo y naranja. 



En la bóveda central había una gran lámpara circular, o más bien cónica. Tenía dos plantas dispuestas en torno al altar, con dos grandes candelabros dorados de siete brazos. Parecía un teatro, con bancos verdes con números en bronce y con el nombre de sus usuarios. Era curioso porque las Sinagogas que habíamos visto con anterioridad no tenían bancos. Preguntamos a la chica de la entrada cuántos judíos quedaban en Subótica. Nos dijo que la comunidad judía era de unos 200 aproximadamente.

Fue la Sinagoga más bonita que habíamos visto nunca (y habíamos visto unas cuantas). Y por último disfrutamos de la iluminación nocturna de las calles. Subótica era una joya modernista en Serbia.