Mostrando entradas con la etiqueta "Océano Atlántico". Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta "Océano Atlántico". Mostrar todas las entradas

domingo, 8 de septiembre de 2024

NAVEGANDO EL RÍO CONGO

Desde Luanda cogimos un avión hasta Soyo, una ciudad petrolera, al norte de Angola. Fue un trayecto corto de 45 minutos, y desde el aire pudimos ver por primera vez los meandros del río Congo, rodeados de verde vegetación.

El río Congo, también conocido como Zaire, era el más largo de África (después del Nilo) y el séptimo del mundo, con 4.700m de longitud. Además era el primero en África y el segundo del mundo en volumen de agua. El mítico río de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.





Partimos a las diez de la mañana del Puerto Fluvial Manel Antonio de Soyo, con el barquero Santos, por la desembocadura, el Delta del Congo en el Atlántico. La barca era muy precaria, con tres tablones como asiento para pasajeros.

El agua del río era marrón con los sedimentos, y con zonas de plásticos acumulados y suciedad por los residuos de las petroleras. Era de gran anchura y las orillas estaban llenas de manglares y vegetación.



Vimos pescadores con sus redes y alguna embarcación de vela blanca.

Pasamos varios controles militares de Guardia Costera, que nos pidieron el pasaporte, ya que la frontera con República Demócratica del Congo estaba muy próxima, y la marcaba el propio río.


Fuimos a la Ponta Pedrao, una isla con una cruz de piedra, rodeada de palmeras. Un monumento erigido por navegantes y exploradores portugueses. El primero en llegar fue el portugués Diego Cao en 1482, iniciando la conquista de Angola. La cruz tenía un simbolismo político, de ocupación colonial, y religioso.

Cerca, habia un proyecto de conservación de tortugas, con zonas de arena parceladas, donde anidaban. La playa era alargada, solitaria y salvaje. El Atlántico alli tenía oleaje y fuertes corrientes.




Luego nos metimos por canales más estrechos con manglares con las raíces aéreas a ambos lados, reflejándose en el agua. Era un trayecto precioso y plácido. 

Pasamos por pequeños poblados de pescadores, muy modestos. Cabañas de cañizo entre palmeras y otros árboles que se reflejaban en la superficie del río. Algunos pescadores estaban arreglando sus redes, había niños jugando y ropa colgada. La vida en las orillas del río Congo. 





miércoles, 4 de septiembre de 2024

LA BENGUELA COLONIAL

Benguela, la segunda ciudad de Angola, era una población tropical a orillas del Atlántico. Conservaba edificios coloniales de color pastel, iglesias, palacios y plazas de estilo portugués entre palmeras y acacias. 

El Palacio del Gobernador era un bonito edificio color rojo terracota, entre jardines y palmeras.



El Palacio das Bolas era la sede del MPLA (Movimiento por la Liberación de Angola), el partido que gobernaba desde la Independencis de Angola en 1975. Edtaba pintado de blanco, con dos bolas en la parte superior de la fachada y tejados rojos. Vimos el amplio y bonito vestíbulo con escalinata y un busto de Agostinho Neto (el primer Presidente de Angola), pero no nos dejaron hacer fotografías.

Otros edificios bonitos eran la sede de la Asamblea Nacional, con una cúpula rojiza, y el Museo de Arqueología.


El Paseo Marítimo junto al Atlántico, llamado la Marginal, estaba bordeado por palmeras y con un murete donde la gente se sentaba a charlar y contemplar el mar.

Praia Morena era la playa de la ciudad, con una ancha franja de arena dorada. Las familias paseaban con los niños al atardecer, 



Visitamos la Catedral Nossa Senhora de Fatima  muy moderna, con fachada triangular. Estaba cerrada, pero un señor nos la abrió y nos mostró la tumba de un Obispo, la pila bautismal y el piso superior. Un espacio diáfano original.

La Iglesia Nossa Senhora del Popolo era blanca con dos torres campanario y con 400 años de antigüedad.


lunes, 2 de septiembre de 2024

DESIERTO NAMIB Y P.N. IONA



Desde Namibe fuimos al Desierto de Namib. En el trayecto vimos la planta Wellwitchia Mírabilis, que tenía largas hojas y raíces de hasta 7m de profundidad. También la vimos en Namibia. Estaba seca por la temporada.

Alquilamos un Toyota con Betuca, un simpático guía. Se metió por las dunas y bajó por una duna alta con un ángulo de 180°, casi en vertical.

Llegamos al Parque Nacional Iona, pagamos la entrada y nos registramos. Era un Parque de dunas junto al Atlantico. Recorrimos la zona costera, no el interior del parque.

Encontramos miles de aves negras acumuladas en una duna, hasta el punto de que parecía arena oscura. Al aproximarnos volaron en desbandada hacia el mar. Eran cientos y miles. Espectacular.






Pasamos por la Iglesia de los Navegantes, construida por los pescadores. Era un paraje aislado. Encontramos dos chicos mellizos sentados sobre el Monumento a los Navegantes. El Océano Atlántico tenía un color verdoso cerca del acantilado de piedra dorada. Desde arriba vimos algunas barcas pescando. 


Bandadas de aves en el Parque Nacional Iona

domingo, 1 de septiembre de 2024

NAMIBE

 

Namibe era una ciudad en la costa del Atlántico con edificios coloniales portugueses pintados de colores, entre palmeras. Vimos el edificio de Correos, la Estación de Ferrocarril y la Marginal, el Paseo Marítimo.



Era curioso el edificio del antiguo cine de Namibe, con forma de platillo volante. Parecía un estadio. La Fortaleza de Sao Fernando era Base Militar y solo pudimos ver la fachada.








En uno de los bonitos edificios, donde estaba ubicada la Oficina de Turismo, vimos una exposición etnológica con tallas de madera, recipientes, cornamentas de antílopes, lápidas de piedra labradas, maquetas de barco, teléfonos antiguos, un tocadiscos de madera y hasta un carruaje. Había fotos de las pinturas rupestres de Tchitunda Hulu Mulume.

Namibe nos pareció una ciudad agradable y fue la base para visitar el Desierto Namib, el Parque Nacional Iona, la pequeña Tombwa, la Lagoa dos Arcos y las Colinas de Curoca.
.