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sábado, 4 de noviembre de 2023

SAO ANTAO, VALLE DE PAUL


El plan del segundo día en Sao Antao era hacer senderismo desde el Cráter de Cova a Paul, otra ruta de 16km. Era una ruta panorámica atravesando montañas verdes y terrazas escalonadas con cultivos.

Paramos en varios miradores y en el Paso Delgadinho, la carretera que dividía la Ribeira Grande de la Ribeira Torre. Los picos rocosos abundaban, con paisajes de gran belleza.

En el Cráter de Cova empezaba el sendero. Era un camino empedrado descendente en zigzag hacia el Valle de Paul. Al principio nos envolvió una densa niebla, pero luego se disipó.

El Valle de Paul era un mosaico de cultivos. Había plantaciones de caña de azúcar con plumeros en la parte superior, mangos, mandioca, plataneros, papayas, aguacates...era un auténtico vergel, regado por numerosos arroyuelos. Allí no faltaba el agua, como en otras islas de Cabo Verde.
Las casas tradicionales de los agricultores tenían tejadillos de cañizo, sujeto con tiras. Nos cruzamos con aldeanos cargando sus fardos a la espalda o en la cabeza. Nos saludaban con un "Bom dia" y estaban dispuestos a charlar. Comimos pescado con patatas en un pueblo del camino.
Pasamos por el pequeño Cidade das Pombas, y llegamos al pueblo de Paul, junto al mar. Fue una caminsta preciosa.


Otro pequeña aldea en un entorno precioso fue Xoxo  salpicada con picos rocosos puntiagudos y con unas cascadas. Todos los paisajes de Sao Antao eran de gran belleza.


lunes, 22 de noviembre de 1993

MERCADOS TANZANOS

Además de los mercados masais, como el de Dimeka, Tanzania tenía muchos mercados coloridos, en cada aldea y cada ciudad. Algunos de los que más nos gustaron fueron Babile, Ujiji, Zanzíbar, y el mercado de Arusha. Estaba lleno de pilas de cocos, plátanos verdes, tomates, piñas, montañas de cacahuetes, y sacos con pirámides de arroces, harinas y cereales.





En la sección de pescados, los había fritos y en salazón, para conservarlos más tiempo a falta de neveras. Muchos eran percas del Nilo, pescadas en el Lago Victoria. La parte de frutas y hortalizas era muy colorida, con pilas de tomates, patatas y otros tubérculos, pimientos o berenjenas.

Vendían caña de azúcar, con la que elaboraban un rico jugo, triturándola y añadiéndole limón y jengibre. 



             

Las mujeres vestían sus faldas estampadas y pañoletas, y animaban el ambiente. En otros puestos vendían elixires de hierbas naturales y pócimas medicinales. Y en algunos se vendían gallinas vivas enjauladas en cestas.


Algunos mercados estaban bajo cubierto, con estructuras de hierro y madera. Otros se instalaban al aire libre en plazas, esplanadas y bajo la sombra de los árboles. Todos aquellos mercados tanzanos merecían un paseo curioseando por sus puestos, y eran un espectáculo de vida y color.






Viaje y fotos de 1993