lunes, 1 de diciembre de 2025

IRAK: ERBIL Y SU CIUDADELA



Erbil es la capital del Kurdistán Iraquí, y una de las ciudades más antiguas de la tierra. Estuvo habitada hace 5000 años, en la época de los Sumerios, y formó parte de importantes civilizaciones como los Asirios, el Imperio Aquémida o el Sasánida. 

Su histórica Ciudadela de Erbil es una impresionante estructura fortificada, mucho más grande de lo que imaginamos. Se levanta sobre un montículo de forma ovalada de unos 30m de altura. Domina la ciudad con sus mansiones con arcos, de muros dorados salpicados de ventanas y balcones. Es Patrimonio de la Humanidad.
 



Está construida con ladrillos de color ocre anaranjado. Tiene tres puertas de acceso, se entra subiendo una rampa por la Puerta Sur. 

Rodeamos el perímetro de la Ciudadela, para contemplarla y fotografiarla desde todos los ángulos. Está restaurada, aunque aún se ven casas pendientes de ser reparadas. El interior tiene bonitas casas, otomanas, algunas con patios y fuentes, y oficinas gubernamentales  En el pasado tuvo albergues, prisión, establos y hammam.





El Museo Textil está cerrado. Pero pudimos ver las alfombras artesanales y tejidos con diseños tradicionales y coloridos, que elaboran una comunidad de mujeres de Erbil. También elaboran otras artesanías: joyas, pinturas y alfarería. Nos las mostraron y nos invitaron a un té en un bonito patio decorado con baúles, samovares y objetos antiguos.





El centro de la ciudad antigua es la Plaza de las Fuentes, con los Jardines Bakhi Shar. En un lateral hay una Mezquita y porches. La gente local pasea por la plaza y se sienta en los bancos. Hay palomas y vendedores ambulantes de té o café por unos pocos dinares. Siempre está muy ambientada, especialmente al atardecer y por la noche.


El Bazar de Erbil tiene forma circular, rodeado de porches. Se extiende ante la Ciudadela y otro lateral de la plaza. En el interior las galerías laberínticas tienen techos abovedados. Si uno se pierde solo tiene que salir al perímetro de los porches. Nos alojamos en el Hotel Syros, dentro de los porches y frente a la Ciudadela. 

Paseamos entre cientos de puestos de frutos secos apilados, dátiles, dulces de miel y pistacho, perfumes, jabones, vestidos, zapatos, relojes, móviles y todo tipo de objetos






En los porches del Bazar también se instalan los cambistas, ante unas vitrinas donde acumulan fajos de billetes, sobre todo liras turcas y dólares. Nosotros cambiamos euros, y vemos gente local cambiando, que tal vez son trabajadores en otros países de alrededor de Irak.


Los cafés-teterías de Erbil, llamadas Chai Khana en iraquí son acogedores y están llenos de hombres tomando té y fumando shisha, las pipas de agua aromática. Dentro de los porches del Bazar está el Café Mam Khalil, decorado con cientos de fotografías y con mucho encanto. 

El más conocido de Erbil es el Machko Chai Khana de 1940, a los pies de la muralla. El interior también tiene fotografías y en el exterior tiene una terraza con un centenar de sillas donde sentarse a ver pasar a los transeúntes y la vida. 

En la misma plaza de las Fuentes hay hileras de sillas de plástico con pequeñas mesitas, llenos de hombres fumando sus shishas.





La Mezquita Jalil Khayat es la más grande de la ciudad, construida en 2007. Tiene un aspecto imponente, con dos cúpulas y dos minaretes de 65 m de altura. El exterior está revestido de mosaicos azules con motivos florales. Está cerrada, pero un señor nos abre amablemente. La sala de oración es una maravilla con techo multicolor decorado con motivos geométricos y lámparas gigantes.




  

Otro día visitamos en el Museo Arqueológico. Exhibe hallazgos del periodo de mediados del Paleolítico, como una calavera hallada en la cueva Shandar. Hay alfarería del periodo sumerio (jarras, platos y copas), piedras con escritura cuneiforme, lámparas de Aladino de aceite, brazaletes y otras joyas. Lo que más nos gusta son las estatuas (dos de ellas de tamaño natural), piedras y armas de Hatra, cuyas ruinas visitamos desde Mosul. 



Pasamos dos días y tres noches en Erbil y disfrutamos de sus casas de té, sus bazares, sus mezquitas, museos, de su gente y su ambiente. Para nosotros es la ciudad más bonita del país. Fue la parte final del viaje por Irak, un país interesante y desconocido, lleno de lugares históricos.

viernes, 28 de noviembre de 2025

IRAK: SULEIMANIYAH

Suleimaniyah es otra de las ciudades del Kurdistán Iraquí, a 190km de Erbil. Llegamos en un taxi compartido. Suleimaniya (también llamada Slemani o Suli) fue fundada en 1781 por el príncipe Ibrahim Pasha, que la bautizó en honor a su padre Suleiman Pasha. Trasladó aquí la capital del Emirato de Baban, uno de los reinos kurdos que existían al este del Imperio Otomano entre los s. XVI-XIX.

Al llegar vimos una ciudad moderna y extensa, con muchos rascacielos, a los pies de la Montaña Zawa. Pero quisimos alojamos en la parte antigua, en el Khan Saray Hotel, junto al Bazar, con callejuelas repletas de tiendas y de gente. Una muchedumbre incesante.

Visitamos el Kurdistan Heritage Museum o está ubicado en una bonita casa de dos plantas, con balconada y vidrieras de colores. Es un museo etnográfico sobre la cultura del Kurdistán. Tiene varias habitaciones con alfombras, baúles, edredones amontonados sobre los armarios, cojines, teteras, samovares, vestidos, coranes en atriles, recipientes de latón y cobre, y todo tipo de objetos habituales en una casa kurda. Hasta una radio y un teléfono antiguo de marfil con marcador. Nos gustó, muy interesante.







Se ven algunas antiguas panaderías con hornos de barro de pan, donde amasan y hornean el khuba, pan tradicional iraquí, redondo y plano.




Visitamos la Gran Mezquita de Suleimaniyah, del s. XVIII. Tiene dos cúpulas azul turquesa, dos minaretes y un patio rodeado de arcos. Entramos en el patio y encontramos una multitud rezando al aire libre, con música de tambores y junto a una bandera iraquí. 



Nos descalzamos, me pongo un pañuelo que me prestan y entramos en el Mausoleo, bajo la cúpula azul esmaltada. Allí está la tumba de un santón, en una estructura con rejas plateadas y adornos dorados, cubierta con una tela. Es parecida a las tumbas que hemos visto en Kerbala, Nayaf y Kufa. 





Visitamos la Prisión-Museo Amna Suraka es conocido como la Cárcel Roja. Era el cuartel general del Mukhabarat, el temido Servicio de Inteligencia Iraquí. El edificio es bastante tétrico, deteriorado y con la piedra casi carcomida, rodeado de un muro con concertinas y vigilado por soldados. 

En el exterior se exhiben viejos tanques. La entrada es gratuita. Entramos a varios edificios memoriales, donde se exhiben fotos de víctimas y combatientes. Hay carteles que informan sobre los luchadores Peshmergas, héroes nacionales, combatientes nacionalistas contra el gobierno. Los comparan a los partisanos. También hay muchas mujeres jóvenes Peshmergas, se muestran sus fotos portando armas y contentas de luchar por su pueblo. También se exhiben ropa y objetos personales de los Peshmerga: radios, máquinas de escribir de los periodistas (destrozadas), teléfonos, mantas, identificaciones, botas llenas de barro, fusiles y ametralladoras.




Durante la guerra entre Irak e Irán, los kurdos aprovecharon la situación para volver a enfrentarse con el gobierno central reclamando un estado propio independiente, colaborando con los iraníes. En 1986 Saddam Hussein frustrado por no haber podido ganar la guerra decidió erradicar el problema kurdo de forma drástica. Puso en marcha una campaña militar llamada Al-Anfal, dirigida por su primo Ali Hassan al-Majid, en la se cometieron todo tipo de atrocidades contra la población civil: ataques con armas químicas, ejecuciones masivas y pueblos enteros arrasados. Fue un genocidio que provocó 100.000 muertes en 3 años.

Hasta que en 1991 las tropas kurdas asaltaron la prisión Amna Suraka y liberaron a los presos supervivientes, con motivo de la Primera Guerra del Golfo. Era todo muy reciente. Entramos en la zona de celdas de reducidas dimensiones, donde se acumulaban hasta 40 o 50 personas. Hay mantas raídas en el suelo y graffits de los presos, traducidos al inglés en carteles. Leo un graffiti de uno de los presos de 15 años, que se despide de sus padres. Vemos también salas de tortura y las celdas de mujeres y niños, a los que obligaban a confesar cosas que no habían hecho. 


Hay una sección dedicada al ISIS (Islamic State of Iraq and Syria), con fotos impactantes en las que se ve a integrantes decapitando prisioneros con sables. Y otra sección dedicada al proceso de desminado, se ven varias minas semienterradas, que provocaron tantas víctimas y mutilaciones. Se ven fotos del éxodo y los campos de refugiados que huyeron del terror. Una visita ilustrativa de la crueldad humana, lúgubre y triste, y un museo necesario para recordar.