Hanoi fue mi última etapa en el primer viaje de 1993 por Vietnam. Creí que me gustaría menos que Ho Chi Min, la capital, y me gustó todavía más. Era una ciudad muy agradable, llena de grandes lagos y parques, pagodas y templos, grandes avenidas y pequeñas calles bordeadas de arboledas y llenas de bicicletas.
Nuestro hotel estaba junto al Teatro Municipal, un edificio clásico con columnas, de fachada amarilla. Por la noche se iluminaba como un Palacio.
Paseamos por callejuelas abarrotadas de tiendas que vendían tazones de cerámica para el té. Había coloridos mercados de flores y mercados de ropa militar. Todavía podían verse vietnamitas con los cascos verdes del ejército. Coincidimos con una fiesta del Partido Comunista.
Las calles estaban
llenas de banderines rojos con consignas en letras amarillas. Se veían banderas
vietnamitas rojas con la estrella amarilla de cinco puntas. Leímos que el fondo
rojo simbolizaba la revolución y el derramamiento de sangre. La estrella dorada
simbolizaba la unidad del país y las cinco puntas de la estrella
representaban las cinco clases principales de la sociedad vietnamita:
intelectuales, agricultores, trabajadores, empresarios y soldados. Y
algunas banderas del partido tenían la hoz y el martillo.
Vimos el Templo
de la Montaña de Jade, que estaba en una isla en medio de un lago, al que
se llegaba a través de un puente. La Prisión había alojado a muchos
pilotos norteamericanos, y se conocía irónicamente como “Hanoi Hilton”. Parecía
la Cárcel Modelo de Barcelona, con las paredes color crema. Estaba prohibido
fotografiarla.
Visité el Mausoleo de Ho Chi Minh, el presidente que declaró la independencia de Vietnam en 1945. Allí estaban enterrados sus restos en un sarcófago de vidrio, según la tradición iniciada con Lenin y Stalin, seguida después por Mao. Era un edificio monumental, con columnas y el clasicismo de la arquitectura soviética. Había leído que era imprescindible mantener respeto y decoro en las indumentarias y las actitudes, que estaba prohibido llevar pantalones cortos, mascar chicle, meterse las manos en los bolsillos y cosas de este tipo.
Cerca estaba la Pagoda
de un pilar, construida en madera sobre un pilar de piedra de 1,25m de
diámetro en medio de un estanque de lotos, como símbolo de pureza. Fue
construida en el s. XVI, pero uno de los últimos actos de los franceses antes
de dejar Hanoi en 1954, fue destruirla. El nuevo gobierno la reconstruyó. Paseé
por los jardines que rodeaban el Mausoleo y la Pagoda.
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