Asunción era la
capital de Paraguay, junto al río del mismo nombre. Era una de las ciudades más
antiguas de Sudamérica, fundada en 1537 por Juan de Salazar y Gonzalo de
Mendoza. Nos dimos cuenta de que en el país las ciudades más importantes tenían
nombre femenino: Asunción, Concepción o Encarnación. El casco histórico de
Asunción era de casas bajas de dos plantas y, pese al tráfico mantenía el
ambiente de una población tranquila. Algunos edificios estaban pintados de
color rosado y crema, y conservaban rejas de hierro forjado y ventanales
ovalados.
Nos alojamos en la
Pensión da Silva, una casa antigua con patio, de techos altos con vigas de
madera y ventiladores. Estaba cerca de la Plaza Uruguay. Frente a la plaza
estaba la antigua Estación de Ferrocarril, reconvertido en Museo. Tenía
un gran porche porticado con arcos pintados de amarillo y faroles negros. Y
conservaba una locomotora de vapor de 1867. Otros edificios antiguos de arquitectura
colonial eran la Catedral Metropolitana, la Casa de la Independencia, el
Cabildo, porticado y pintado de rosa, o la Ópera, reconvertida en Oficina de
Recaudación de Impuestos.
Seguimos paseando por la calle Eligio Ayala fijándonos en los pocos comercios antiguos que quedaban, como la farmacia La Catedral, con estantes de madera. Vimos el pequeño Café Literario, para tomar algo entre libros. Nos acercamos a las orillas del río Paraguay y al Puerto. Ya había anochecido y decidimos cenar en la terraza popular de El Lido. Probamos tres platos de la gastronomía paraguaya: sopa paraguaya (pastel de harina de maíz con cebolla y queso), pescado surubí grillé y chipa guazú (pudin de maíz caliente, con cebolla y queso), acompañados de cerveza local Brhama y licuado de piña. Nos gustó más la chipa guazú que la sopa uruguaya, era más jugosa.
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