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lunes, 24 de octubre de 2011

ASUNCIÓN

 


Asunción era la capital de Paraguay, junto al río del mismo nombre. Era una de las ciudades más antiguas de Sudamérica, fundada en 1537 por Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza. Nos dimos cuenta de que en el país las ciudades más importantes tenían nombre femenino: Asunción, Concepción o Encarnación. El casco histórico de Asunción era de casas bajas de dos plantas y, pese al tráfico mantenía el ambiente de una población tranquila. Algunos edificios estaban pintados de color rosado y crema, y conservaban rejas de hierro forjado y ventanales ovalados. 


Nos alojamos en la Pensión da Silva, una casa antigua con patio, de techos altos con vigas de madera y ventiladores. Estaba cerca de la Plaza Uruguay. Frente a la plaza estaba la antigua Estación de Ferrocarril, reconvertido en Museo. Tenía un gran porche porticado con arcos pintados de amarillo y faroles negros. Y conservaba una locomotora de vapor de 1867.  Otros edificios antiguos de arquitectura colonial eran la Catedral Metropolitana, la Casa de la Independencia, el Cabildo, porticado y pintado de rosa, o la Ópera, reconvertida en Oficina de Recaudación de Impuestos. Encontramos dos carteles curiosos, uno rezaba “Sexo anal contra el capital” y un “Servicio Sacerdotal de Urgencia” (nunca se sabe cuando se puede necesitar).




Seguimos paseando por la calle Eligio Ayala fijándonos en los pocos comercios antiguos que quedaban, como la farmacia La Catedral, con estantes de madera. Vimos el pequeño Café Literario, para tomar algo entre libros. Nos acercamos a las orillas del río Paraguay y al Puerto. Ya había anochecido y decidimos cenar en la terraza popular de El Lido. Probamos tres platos de la gastronomía paraguaya: sopa paraguaya (pastel de harina de maíz con cebolla y queso), pescado surubí grillé y chipa guazú (pudin de maíz caliente, con cebolla y queso), acompañados de cerveza local Brhama y licuado de piña. Nos gustó más la chipa guazú que la sopa uruguaya, era más jugosa.