La entrada estaba
custodiada por un puesto militar. Paramos y apuntamos nuestros nombres en el
registro. Para llegar a la Reserva
Biológica Indio Maíz había que coger una barca por el río San Juan. La reserva debía su nombre a los ríos
Indio y río Maíz.
Emprendimos la caminata
por la selva, pisando hojarasca y raíces entrelazadas; había tramos pantanosos
y con lodo. Nuestro guía se llamaba Darwin, como el naturalista. Nos contó que
su padre eligió el nombre en recuerdo de un amigo profesor, de los que iban en
brigadas educativas itinerantes a enseñar a los pueblos. El profesor falleció
en un barco en uno de los traslados. Darwin resultó ser un guía excelente, nos
mostró plantas trepadoras que
adherían sus hojas al tronco, como si fuera un tatuaje. Las lianas estranguladoras abrazaban los
troncos de los árboles, en su afán por ascender en la selva buscando la luz. Se
veían troncos trenzados y eran las lianas robustecidas, que habían exterminado
a su árbol parasitado.
La zona se llamaba Aguas Frescas, pero hacía un calor
húmedo tropical y teníamos la sensación de estar en una sauna. Los altos
troncos de los árboles se elevaban buscando la luz solar. Había ceibas,
palmeras, cedros y árboles del caucho. En Nicaragua había dejado de producirse
caucho, aunque vimos las antiguas cicatrices en la corteza para extraer la
savia blanca gomosa. En Brasil todavía existían las plantaciones de caucho, en
las que habían trabajado duramente los esclavos en el pasado.
En el terreno había
arañas, hormigas cortadoras de hojas, transportando sus trocitos verdes
laboriosamente; termitas en nidos porosos de tierra; y la famosa “hormiga bala”. La hormiga bala debía
su nombre a que si te picaba inyectándote el ácido fórmico, el dolor era
parecido al recibir un proyectil de bala. Tenía tres cuerpos globulosos y medía
unos dos centímetros, te clavaba sus mandíbulas y…Nos alegramos de habernos
puesto botas con calcetines.
También había otras
muestras de vida más amables, como una flor rojo intenso llamada por los nicas
“labios de mujer” o “beso de mujer” o “labios de payaso”, al gusto. O la bonita
mariposa Morpho, negra y azul
eléctrico, que tenía en sus alas escamas que repelían el polvo. La simpática rana “Bluejeans” era roja y con las
patas azules, como si llevara puestos unos pantalones tejanos. Más tarde
supimos que los indios extraían de esas ranitas veneno para impregnar sus
flechas. La caminata por la selva y la compañía y explicaciones de Darwin fue
uno de nuestras mejores experiencias en Nicaragua.
© Copyright 2014 Nuria Millet
Gallego
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