El trayecto de
Novosibirsk a Tomsk fue de 4 horas. La estación era un bonito edificio clásico,
de fachada amarilla y tejados de pizarra negra. Tomsk era una de las ciudades
siberianas más antiguas, fundada en 1604. Considerada capital cultural de
Siberia desde los años sesenta cuando artistas, escritores y actores de cine y
de teatro fueron invitados a establecerse allí. Muy bonita, pero era una ciudad
donde nevaba cuatro meses seguidos sin interrupción! También leímos que
era uno de los más importantes centros de producción de plutonio y uranio de
Rusia.
Era un conjunto de más de setecientas casas tradicionales de madera, en su mayoría de más de 250 años o más. Pero también tenía edificios de piedra, construidos a finales del s. XIX. Las casas eran de planta baja o dos plantas, construidas con grandes troncos horizontales, oscurecidos por las lluvias y las inclemencias del clima. Las altas ventanas sobresalían de las fachadas y tenían adornos de filigrana de carpintería. En la parte superior de las casas también había cenefas de madera labrada, como bordados. Las contraventanas pintadas de color azul, blanco o verde, adornaban las fachadas.
La calle Krasnarmeyskaya era la que tenía mayor concentración de casas tradicionales de madera. Estaban habitadas y algunas restauradas. Una de ellas era una clínica odontológica. Delante de las casas crecía hierba y florecillas. A veces no parecía ser una ciudad, sino un tranquilo pueblo de la taiga.
La Embajada Ruso-Alemana era una de las casas más bonitas, de color azul con marcos y filigranas blancas. Tenía balcón que daba al jardín, y un gran torreón. Los adornos de filigrana de carpintería eran geométricos y muy estéticos. El interior tenía una habitación con mobiliario y objetos antiguos como una rueca, una máquina de coser Singer, un acordeón, una máquina de escribir, muñecas, un avión, cama y armario.
Las casas de construcción de piedra también eran bonitas. Algunas tenían una marquesina de hierro forjado sobre la entrada de la puerta principal, y tenían torres con tejadillos triangulares. Destacaban la Duma (Parlamento), de ladrillo rojo y cúpulas verdes, y la Casa Peacock, de color amarillo con ventanas blancas y tejadillos rojos.
La ciudad conservaba sus viejos trolebuses. Vimos varias iglesias ortodoxas, algunas de madera y otras de piedra. Paseamos por la céntrica Plaza Lenina y por las orillas del río Tom en la confluencia con el río Obi. Junto al río encontramos una estatua de un personaje con sombrero, gabán, anteojos y descalzo; era el escritor Chejov. Tomsk nos gustó mucho, una ciudad muy agradable, acogedora y con encanto.
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