En la ruta del Transiberiano, desde Irkutsh fuimos al Lago Baikal, en la región de Siberia Oriental. El lago era el más antiguo y profundo del mundo, con 25 millones de años de antigüedad y 1680m de profundidad. De 636km de largo, 80km de ancho, con un área de extensión comparable a Bélgica. Contenía el 20% de agua dulce de todo el planeta. Los científicos estudiaron que si se agotaran todas las reservas de agua de la tierra, con el agua del Baikal podrían vivir 7000 millones de personas durante 40 años. Era el último reducto y Patrimonio de la Humanidad.
Lo alimentaban
386 ríos. El más caudaloso era el río Selanga, que procedía de
Mongolia. El lago desaguaba en un solo río, el Angara. La pesca era la
principal actividad de las poblaciones del lago, se había identificado 52
especies de peces. Sus aguas se usaban para tratamientos médicos, ya que eran
ricas en oxígeno y con escasa presencia de sales minerales.
El lago tenía treinta
islas dentro. Un ferry nos llevó hasta la isla Olkhon, la tercera isla
lacustre mayor del mundo. Estaba considerada uno de los lugares más
sagrados de Asia para los pobladores buriatos, y eran uno de los polos de
energía chamánica.
Al llegar seguimos por
una pista terrosa hasta el pueblo Khuzir, la “capital” de la isla, con 1200
habitantes. Nos alojamos en el Nikta’s Homestead. Lo construyó un ex campeón
ruso de tenis de mesa. Nos encantó el complejo de cabañas de madera con adornos
de carpintería, entre hiedra y flores por todas partes. Las habitaciones estaban
decoradas con petroglifos, adornos étnicos y estufas de madera. Precioso y muy
acogedor.
En la Shaman Rock
había un árbol repleto de tiras de colores, plegarias que se ofrecían a los
dioses. También había un grupo de 13 postes verticales, envueltos en tiras
de colores, los llamados “Trece señores de Olkhon”, venerados por los buriatos.
Caminamos por los senderos. La roca quedaba en un extremo del lago frente a una
playita de arena con forma de media luna. Allí nos bañamos, aunque brevemente
porque el agua estaba muy fría.
Al día siguiente contratamos una excursión con barco. El barco nos llevó al extremo norte de la isla. Fuimos costeando la isla, viendo sus acantilados rocosos. Nos seguían las gaviotas y les dimos pan, con lo que se arremolinaban alrededor del barco y se disputaban los pedazos de pan. El sol iluminó las rocas de la costa tapizadas de un verde suave, casi amarillento. Había colinas bajas, bosques de abetos y algunas playas. Comimos en el camarote del barco, ensaladas y sopa de pescado muy rica.
Pasamos por la roca
que llamaban “Tres hermanos”. Nos contaron la leyenda de una chica que se
enamoró de uno de los hermanos y se fugó. El padre envió a los hermanos a
buscarla transformados en águilas. Pero los hermanos volvieron y mintieron al
padre, diciendo que no la habían encontrado. El padre descubrió la verdad y los
transformó a los tres en rocas.
Otro punto del
trayecto en barco fue Placa Peschanoa, donde estaba la prisión en los
tiempos de la época soviética. La verdad es que era una bahía bonita con
una playa, un emplazamiento curioso para una cárcel de terrible historia.
Llegamos al punto
norte llamado Khoboy, el extremo de la isla. Y vimos el Pico del Amor. Desembarcamos
después de cuatro horas de trayecto en barco. Unas furgonetas tipo tanquetas
nos llevaron a varios miradores a los pies de los acantilados con vistas
impresionantes del lago. En uno de ellos vimos a unos niños practicando el tiro
al arco.
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