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miércoles, 29 de septiembre de 2010

MONASTERIO DREPUNG Y NORBULINGKA

 




El Monasterio Drepung estaba cerca de Lhasa, a tan solo 7km.. Se construyó en el s. XV, y nos impresionó su tamaño. Más que un monasterio era un pueblo con calles y numerosas edificaciones encaladas.  Leímos que en 1959 vivían en él unos 7000 monjes. En 2010 nos dijeron que vivían unos 700 monjes.

En la montaña de alrededor había algunas rocas pintadas con inscripciones en tibetano, y ruedas de oración de latón dorado, que hacían girar los peregrinos. Había numerosas capillas, algunas en cuevas en la roca. Una monja nos recibió sonriente en su lugar de retiro.






Nos gustaron las antiguas cocinas, con hornos y techos de vigas de madera. Tenían sacos de arroz, recipientes, utensilios y calabazas colgando del techo. Cada día alimentaban a muchos monjes. Y nos impresionó la Biblioteca con los libros sagrados de tapas de madera, envueltos en coloridas sedas para protegerlos. Era un auténtico tesoro.


El hall principal era una sala de 50m por 36m con colchonetas y adornos colgantes de telas de colores, donde los monjes se reunían a rezar. Sobre la colchoneta dejaban sus gorros amarillos característicos de la rama Gelug pa, y sus ropajes granates.





Los patios, con columnas rojas y muros amarillos, tenía gran colorido. En las puertas colgaban cortinas. Había algunas pinturas murales con imágenes de Buda y otras deidades.



El Palacio Norbulingka, del s. XVIII, fue la Residencia de Verano de los Dalai Lamas. Resultaba curioso porque la distancia entre Lhasa y Norbulingla era de solo 5 o 6km y tenían que trasladarse con todo el séquito. Estaba  declarado Patrimonio de la Humanidad. La palabra en tibetano significaba "Jardines del Tesoro". En los jardines se celebraba anualmente el Festival Sho Dun o "Festival del Yogur".



El recinto comprendía varios palacios y capillas. Vimos las habitaciones del Dalai Lama: donde dormía, donde meditaba, donde recibía. Hasta vimos su baño, con la tapa del lavabo de madera oscura. 

Los jardines eran preciosos, con altos árboles y repletos de flores en macetas individuales agrupadas. También había un estanque de aguas verdosas con un pabellón con tejado tipo pagoda. Un entorno muy agradable y relajante, que invitaba a la contemplación y la vida espiritual.