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sábado, 13 de mayo de 2023

TEMPLOS Y LUGARES DE TAIPEI



El segundo día en Taipei visitamos varios templos tradicionales, propuestos para ser Patrimonio de la Humanidad. El primero fue el Templo de Confucio. Era ejemplo de arquitectura tradicional china, con adornos de cerámica y decoración taiwanesa. Los techos estaban tallados en madera y policromados, y colgaban farolillos de papel amarillo. 

Estaba amurallado y rodeado de jardines, con un estanque de lotos y carpas, cruzado por un pequeño puente de piedra. Durante la época japonesa fue demolido y reconstruido en 1930. 



Estando allí pasó un avión bajo sobre los tejados del templo, que rompió el silencio. Era un avión militar (aunque pasó rápido y solo pudimos fotografiar otro avión comercial), de maniobras de  amenaza de los chinos. China y Taiwán llevan 75 años enfrentados desde la guerra civil china entre el Partido Nacionalista o Kuomintang y el Partido Comunista, entre 1927 y 1949. Taiwán es un país soberano, pero China se disputa su territorio y quiere unificarlo con el continente, “una sola China”. En Taipei se podían ver letreros que indicaban refugios de defensa aérea, por si atacaban. Un conflicto de difícil solución.



Al lado estaba el Templo Bao’an, también Patrimonio de la Humanidad. Fue fundado en 1760 por inmigrantes chinos de Quanzhou de la provincia de Fujian. La estructura era muy elaborada, con dragones y figuras en los tejadillos rojos, figuras protectoras pintadas en las puertas y pebeteros gigantes. Había varios pabellones en sucesivos patios. En los bonitos jardines había macetas con bonsáis.  En las galerías y las salas había grandes faroles de papel pintado. 




El templo estaba dedicado al dios residente Baoshong Dadi, con habilidades médicas. Y el santuario trasero dedicado a Shennong, el  dios de la agricultura en la mitología china. Los fieles ofrecían varitas de incienso y oraban. Decían que era el templo más visitado. Nos gustó mucho y tenía mucho ambiente.


El Memorial Chiang Kai Shek era una estructura impresionante, un gran pabellón blanco, casi piramidal, coronado por un tejado negro. Estaba rodeado de bonitos jardines. Subimos los escalones hasta la parte superior, donde había una gran estatua del dictador, y vimos el cambio de guardia con cinco soldaditos. Llevaban rifles y taconeaban con fuerza. 





En el interior del Memorial había un museo con fotos y objetos que pertenecieron al dictador exiliado. Había uniformes, calzado, insignias y su despacho. En otras estancias había exposiciones temporales de cuadros. Nos llamó la atención una pintura en el suelo simulando un abismo, a modo de trampantojo. En una sala había dos grandes y espectaculares Cadillacs negros, de brillante carrocería.




Otro día fuimos al Taipei 101, un rascacielos de 508m de altura, un símbolo para su capital y para el país. Durante mucho tiempo fue el más alto del planeta; cuando fuimos estaba en el top ten. El ascensor nos subió de la planta 5 a la 89 en solo segundos. Por las escaleras se podía subir al piso 91, de terraza sin ventanales, al aire libre. El mirador ofrecía grandes vistas de la ciudad con algunos rascacielos.

     


Por la noche los neones se adueñaron de la ciudad. Vimos los salones de máquinas recreativas de Pachinko, el pasatiempo nacional de Taiwán y de muchos países asiáticos, como Japón o Corea del Sur. Fuimos a curiosear al Mercado nocturno de Shilin. Había puestos de ropa y de comida con bolas de taro y patata, pinchos de carne y pescado a la parrilla. En la calle había grupos que bailaban coreografías de estilo coreano. Disfrutamos del ambiente nocturno, con músicos y artistas callejeros.



domingo, 11 de diciembre de 2022

EL JARDÍN DE BALATA

Los Jardines de Balata fueron creados en 1982 por Jean Phililipe Thoze, un apasionado de la horticultura que trajo ejemplares de muchas partes del mundo. Su biografía impresionaba y era de lo más interesante. Su padre trabajó en Gabón y a los 7 años el joven Phillipe fue a vivir allí. Luego viajó por Japón, Polinesia, Asia…Los Jardines que creó eran una maravilla.

Se accedía por una casa colonial antigua, con mobiliario de la familia y algunos trajes criollos. En la terraza de la casa habían puesto recipientes colgados con agua y azúcar, y los colibrís se acercaban a probarla, con sus rápidos aleteos.




Había grupos de altas palmeras de tronco estrecho y copa alta, endémicas de la isla. También juncos, bambús gigantes, el jardín japonés, un estanque con peces y nenúfares de flores lilas y blancas.

Se podía subir a unas pasarelas colgantes de los árboles, se balanceaban al caminar, y permitían ver el jardín desde las alturas.





Pasear por aquellos jardines resultaba de lo más agradable y relajante. Había gran variedad de plantas y flores con mucho colorido: bromelias, hibiscus, heliconias, anthuriums, dracenas y otras que no sabíamos identificar. Era una vegetación exuberante y una explosión de colorido tropical.









lunes, 20 de mayo de 2019

EL MONASTERIO SVETI NAUM

 



Llegamos en barco al monasterio desde Orhid. El Monasterio Sveti Naum estaba a orillas del Lago Ordhid y fue fundado en el s.X (año 905) por San Naum, escritor y maestro medieval, figura relevante en la tradición de alfabetización y educación eslava

En su interior hubo una escuela griega. Fue destruido por los otomanos y el Monasterio actual se construyó en el s. XVI, de estilo bizantino. La tumba de San Naum estaba en el interior. Era un lugar de peregrinaje para los ortodoxos, y reunía historia y belleza.


La capilla interior era relativamente pequeña. Los frescos eran una de las mejores muestras de pintura religiosa en los Balcanes, tenían colores atenuados por el paso del tiempo. Destacaba el iconostasio principal de madera, tras el cual estaban las reliquias, los incensarios de plata labrada colgando del techo y algunos atriles. Estuvimos totalmente solos en el interior. 

Luego entraron un par de fieles, hombres mayores, a rezar de pie. Era algo que no dejaba de chocarme en los ritos ortodoxos, que no había bancos en sus templos, como si no quisieran que sus fieles se acomodaran demasiado. Algunas velas ardían en el exterior.







Estaba rodeado de un verde jardín por el que campaban a sus anchas unos cuantos pavos reales que mostraban sus coloridas colas, cortejando a las hembras. Además de los pavos color azul cobalto, había uno de ellos albino, totalmente blanco, una curiosidad. Todos eran muy bellos.



En el exterior de San Naum había un par de restaurantes con plataformas de madera sobre el río Drim. Sus aguas y todo el entorno eran de color verde intenso. Era un lugar idílico para hacer una parada. Comimos allí Komat, el hojaldre de queso, cebolla y espinacas típico de Macedonia. Muy sabroso. Era parecido al burek albanés o los hojaldres griegos de queso feta y espinacas. 

Unos músicos amenizaban tocando contrabajo y tambores. Había barcas que ofrecían un paseo por el río Drim hasta la iglesia de la Santa Madre de Dios, donde desembocaban tres manantiales en un pozo que se construyó en el interior.






Llegar al monasterio en barca fue totalmente recomendable. Antes se pasaba por el pueblo Trpejea, que se extendía a los pies de una montaña en el Parque Nacional Galicica, con bosques que separaban el Lago Orhid del lago Prespa. Paramos en la llamada Bahía de los Huesos, que debía su nombre a que habían encontrado allí huesos de un asentamiento. Habían reproducido una aldea sobre palafitos. En el interior de cada casa había chimenea, un lecho con pieles de animales, cestos y algún telar. Lo llamaban el Museo del Agua. El conjunto era bonito con los palafitos sobre las aguas verdosas del Lago Orhid. Una delicia de excursión. Luego cruzamos la cercana frontera con Albania.