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domingo, 21 de agosto de 2016

ALMATY

 

Almaty fue la capital histórica de Kazajistán hasta 1998, cuando se transfirió a Astaná (la actual Nursultán). Era una ciudad moderna y próspera, con muchos cafés y restaurantes de lujo. Se veían vehículos de alta gama y el aspecto de la gente era de urbanitas sofisticados. Tomamos té helado con limón y cerveza en una de las terrazas fashion, con aspersores que expulsaban vapor de agua frío para refrescar el ambiente.

El apogeo de Almaty se inició en 1930 con la apertura del ferrocarril entre Turkistán y Siberia, y continuó durante la II Guerra mundial, ya que se instalaron fábricas de la URSS occidental en las que trabajaban numerosos eslavos. En los años 70 y 80, los soviéticos invirtieron mucho dinero para que Almaty se convirtiera en una capital digna de una república soviética, con la instalación de imponentes edificios soviéticos, la Academia de las Ciencias, el Hotel Kazajistán o los Baños Arasan.

Nos alojamos en la céntrica calle Furmanev. Cerca estaba la Plaza República Alany, donde estaba el Palacio Presidencial, la estatua del “Golden Man” sobre un obelisco, y jardines con vistas de las montañas Tian Shan. El Golden Man era un símbolo nacional, vestía una réplica de un traje de guerrero del s. V a.C. con un peto de oro hecho con 4000 piezas engarzadas y un gorro picudo. Estaba sobre un leopardo de las nieves. El traje original se exhibía en un museo.


Luego cogimos al Teleférico de Almaty, que subía hasta la montaña Kok Tobe, de 1100m. En la cima había un parque de atracciones con una gran noria, una montaña rusa, camas elásticas, auto-choques, pasarelas elevadas, cabinas de cine en 7D y de simulación…También había un pequeño zoo con avestruces, emús, pavos reales y otras aves, y antílopes con cornamentas tipo reno de Santa Claus. Como curiosidad encontramos unas estatuas de bronce los Beatles. Los niños kazajos disfrutaban y correteaban por allí. Con el arbolado y los jardines de alrededor era un sitio agradable para pasea y escaparse de la ciudad. Muchas parejas disfrutaban de la tarde de domingo y tomaban helados. La ciudad se extendía a los pies de la montaña con sus altos edificios.

Al bajar cogimos el metro para ir a la Estación de Tren. Queríamos ir de Almaty a Shimkent, pero el tren era nocturno, tardaba nueve horas y llegaba a las cuatro de la madrugada, así que preferimos ir en autobús.