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miércoles, 24 de agosto de 2016

SHIMKENT

 

Shimkent, como otras ciudades de Asia Central, tenía amplias avenidas con arboleda y comercios con caracteres cirílicos. Lo que más nos gustó de la ciudad fueron sus Bazares. Los puestos más vistosos eran los de panes redondos horneados con grabados, frutos secos y cereales. También vendían las bolas de queso salado, carnes y frutas. Cerca estaba la sección de alfombras orientales.









Desde Shimkent, fuimos al pueblo de Zhabagly para visitar la Reserva Natural Akhu-Zhabagly. En la oficina hicieron fotocopia de los pasaportes y pagamos la entrada y la guía. La guía era una mujer con ropa y calzado urbano, que no sabía una palabra de inglés, armada con un cazamariposas. Debíamos componer una bonita estampa los tres. Hizo amago de atrapar un pájaro con el cazamariposas y luego lo abandonó en una caseta.

Caminamos por una estepa pajiza y ventosa con las montañas en frente, hasta una de las entradas de la Reserva. Luego fuimos por un sendero entre manzanos, paralelo al río. En el suelo había pequeñas manzanas verdes. Atravesamos el riachuelo dos veces por puentes de troncos de madera. A tramos hizo sol y otros estaba sombreado, pero hacía calor. No era un sendero dificultoso y caminamos unas tres horas y media en total. El paisaje tampoco era espectacular, pero fue un paseo agradable.


domingo, 21 de agosto de 2016

ALMATY

 

Almaty fue la capital histórica de Kazajistán hasta 1998, cuando se transfirió a Astaná (la actual Nursultán). Era una ciudad moderna y próspera, con muchos cafés y restaurantes de lujo. Se veían vehículos de alta gama y el aspecto de la gente era de urbanitas sofisticados. Tomamos té helado con limón y cerveza en una de las terrazas fashion, con aspersores que expulsaban vapor de agua frío para refrescar el ambiente.

El apogeo de Almaty se inició en 1930 con la apertura del ferrocarril entre Turkistán y Siberia, y continuó durante la II Guerra mundial, ya que se instalaron fábricas de la URSS occidental en las que trabajaban numerosos eslavos. En los años 70 y 80, los soviéticos invirtieron mucho dinero para que Almaty se convirtiera en una capital digna de una república soviética, con la instalación de imponentes edificios soviéticos, la Academia de las Ciencias, el Hotel Kazajistán o los Baños Arasan.

Nos alojamos en la céntrica calle Furmanev. Cerca estaba la Plaza República Alany, donde estaba el Palacio Presidencial, la estatua del “Golden Man” sobre un obelisco, y jardines con vistas de las montañas Tian Shan. El Golden Man era un símbolo nacional, vestía una réplica de un traje de guerrero del s. V a.C. con un peto de oro hecho con 4000 piezas engarzadas y un gorro picudo. Estaba sobre un leopardo de las nieves. El traje original se exhibía en un museo.


Luego cogimos al Teleférico de Almaty, que subía hasta la montaña Kok Tobe, de 1100m. En la cima había un parque de atracciones con una gran noria, una montaña rusa, camas elásticas, auto-choques, pasarelas elevadas, cabinas de cine en 7D y de simulación…También había un pequeño zoo con avestruces, emús, pavos reales y otras aves, y antílopes con cornamentas tipo reno de Santa Claus. Como curiosidad encontramos unas estatuas de bronce los Beatles. Los niños kazajos disfrutaban y correteaban por allí. Con el arbolado y los jardines de alrededor era un sitio agradable para pasea y escaparse de la ciudad. Muchas parejas disfrutaban de la tarde de domingo y tomaban helados. La ciudad se extendía a los pies de la montaña con sus altos edificios.

Al bajar cogimos el metro para ir a la Estación de Tren. Queríamos ir de Almaty a Shimkent, pero el tren era nocturno, tardaba nueve horas y llegaba a las cuatro de la madrugada, así que preferimos ir en autobús.




lunes, 4 de octubre de 2010

LA CHINA TRADICIONAL, FENGHUANG




 
Desayunamos en el balcón de nuestra pequeña habitación de madera, frente al río. Un pescador solitario, con un sombrero cónico, lanzaba sus redes. Estábamos en el sur de China, en Fenghuang: una ciudad amurallada en las orillas del río Tuo, y el asentamiento de las minorías étnicas Miao y Tujia. Había sido declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2009, y los patrimonios no suelen defraudarme. Las guías escritas le atribuían un misterioso encanto, con casas y comercios tradicionales, y templos ancestrales.


 
 
La ciudad era muy turística, con mayoría de turismo local chino; prácticamente éramos los únicos turistas occidentales. Nos sobró la música nocturna de los bares. Pero nos atrapó. Conservaba las viejas casas de tejadillos oscuros con musgo. Algunas eran palafitos sobre el río, con largos pilotes oscurecidos por la humedad. Muchas tenían los balcones de madera restaurados. Conservaba dos puentes de piedra con arcos, y otros de pilares para cruzar saltando el río.
El agua era de un color verde intenso, y se veían barcas de remo deslizándose lentamente. Por la calle nos cruzábamos con ancianas con unos gorros altos que parecían cestas envueltas en turbantes azules. Vendían guirnaldas de flores para las turistas chinas y artesanía textil. Iban vestidas con chaquetilla y pantalones anchos azules, con una cenefa de flores. El alto gorro estilizaba sus figuras.





Los comercios ofrecían setas, kiwis confitados, frutos secos con especies picantes, pinchos de cangrejo, de calamar, de salchichas, de carne, piruletas de gambas diminutas tofu frito con especies…Comimos en un puesto callejero ante el río: pinchos de calamar, patatas y buñuelos con nueces.

Vimos templos antiguos y una Pagoda de siete niveles junto al río. Cenamos en una cálida y vieja taberna, cerca de la pagoda. Unos gatos maulladores nos hicieron compañía. Había demasiados comercios, pero gracias a sus casas antiguas no costaba imaginar la vida de la ciudad en otros tiempos.

 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego