Desde la capital PAP,
cogimos un bus hasta la Pointe des Chateaux. Las rocas en medio del mar
tenían la forma de castillos recortados. Seguimos un sendero y las vistas eran
impresionantes, con el Océano Atlántico rompiendo con furia bajo las rocas. Al
fondo se podían ver las islas Désirade y María Galante.
Subimos hasta la cima
del peñón más grande, donde habían instalado una cruz. Nos sentamos a la sombra
de la cruz, a descansar y escribir un poco. Las vistas eran espectaculares.
Paseamos por la bonita playa y nos mojamos los pies, nada de baño porque el oleaje
era feroz.
De regreso paramos en Saint
Pierre, un pequeño pueblo agradable, con casas de colores caribeños. Tenían
una o dos plantas, y algunos balcones y porches. Estaba hermanada con Tenerife.
Era una de las poblaciones más importantes de la isla de Guadalupe, por sus plantaciones
de algodón y de caña de azúcar.
En la zona del Puerto de Saint Pierre vimos las redes amontonadas en el suelo, otras en forma de cestas grandes. Algunos pelícanos descansaban en las barcas varadas. Visitamos el mercado de pescado con grandes langostas de colores y grandes atunes rojos. Muy pintoresco.