viernes, 23 de febrero de 2024
EL PARQUE NACIONAL BANC D'ARGUIN
sábado, 10 de febrero de 2024
LOS PELÍCANOS DE SENEGAL
viernes, 2 de diciembre de 2022
ST PIERRE Y LA PUNTA DE LOS CASTILLOS
Desde la capital PAP,
cogimos un bus hasta la Pointe des Chateaux. Las rocas en medio del mar
tenían la forma de castillos recortados. Seguimos un sendero y las vistas eran
impresionantes, con el Océano Atlántico rompiendo con furia bajo las rocas. Al
fondo se podían ver las islas Désirade y María Galante.
Subimos hasta la cima
del peñón más grande, donde habían instalado una cruz. Nos sentamos a la sombra
de la cruz, a descansar y escribir un poco. Las vistas eran espectaculares.
Paseamos por la bonita playa y nos mojamos los pies, nada de baño porque el oleaje
era feroz.
De regreso paramos en Saint
Pierre, un pequeño pueblo agradable, con casas de colores caribeños. Tenían
una o dos plantas, y algunos balcones y porches. Estaba hermanada con Tenerife.
Era una de las poblaciones más importantes de la isla de Guadalupe, por sus plantaciones
de algodón y de caña de azúcar.
En la zona del Puerto de Saint Pierre vimos las redes amontonadas en el suelo, otras en forma de cestas grandes. Algunos pelícanos descansaban en las barcas varadas. Visitamos el mercado de pescado con grandes langostas de colores y grandes atunes rojos. Muy pintoresco.
jueves, 15 de septiembre de 2022
NAVEGANDO POR EL DELTA DEL DANUBIO
Desde Tulcea cogimos un barco por el río Danubio, hasta Sulina, en el corazón del Delta. Fue un trayecto de cuatro horas, y nuestro primer contacto con el río de aguas verdosas. Las orillas tenían vegetación, pero también tramos donde habían talado los árboles. Nos cruzamos con grandes barcos cargueros, uno de Panamá, que hacían sonar la bocina. También bajaban pequeñas embarcaciones. Sulina era una población aletargada, sin turistas. Tenía una bonita iglesia en las orillas del río y muchos sauces llorones.
En Sulina contratamos una excursión en barco por el Delta del Danubio, con el Luciano, el Capitán Nemo, todo un personaje. El Delta del Danubio era el más grande y mejor conservado de Europa. Formado por marismas, pantanos, islotes de juncos y bancos de arena. Albergaba más de 300 especies de aves y 160 especies de peces. Estaba declarado Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera.
El capitán nos mostró la Torre del Agua y la antigua fábrica de pescado del pueblo, abandonada. Había tenido una producción importante para exportar a varios países. También había barcos abandonados en las orillas, llenos de herrumbe.
Nos adentramos por un canal más estrecho y empezamos a ver los primeros nenúfares de flores blancas y amarillas. La vegetación de las orillas era una mezcla de juncos, hierbas altas y árboles que se reflejaban en la superficie verde del agua. Vimos varias aves: garzas blancas, cisnes, cormoranes, gaviotas y pelícanos con el pico naranja. Los cisnes revoloteaban y se posaban en el agua formando un reflejo perfecto con su cuello largo.
La proa del barco rompía la superficie lisa del agua, formando una estela. Plantas flotantes asomaban sus hojas verdes y amarillentas. Era un espectáculo cromático. Lucía el sol y hacía muy buen día, llegamos a los 28º. Los canales se abrían a grandes lagos: el Lago Rosso, Lago Mare y algún otro que no recuerdo. Grandes extensiones de agua que formaban un todo con el cielo con nubecillas blancas. Vimos algunas orquídeas lilas en las orillas, Luciano me regaló una. Fue un trayecto de tres horas, tranquilo y muy placentero.
Regresamos al
pueblo y fuimos a la playa Sfantu Gheorghe, en el Mar Negro junto a la
desembocadura del Danubio. Tenía arena blanca y parasoles de cañizo dispuestos
con simetría.
Por la tarde hicimos otra excursión en barco en dirección al mar, hacia la desembocadura del Danubio. Vimos una alta torre militar de telecomunicaciones y el Faro de Sulina. Pasamos junto a un barco naufragado, lleno de óxido. Nos adentramos en el Golfo de Musara, que parecía un gran lago de aguas tranquilas como un espejo. Sobrevolaban muchas gaviotas y algunos pelícanos. En un tramo del canal fuimos paralelos al Mar Negro.
Vimos la puesta de sol en el Golfo de Musara. En el horizonte aparecían franjas anaranjadas entre jirones de nubes. El paisaje era especial con aquella quietud, las aguas plateadas y las aves revoloteando. Nos despedimos del Danubio y del Capitán Nemo. Al día siguiente partimos hacia la bella Bucarest.