Ras
Al-Khaima era el emirato más septentrional, abreviaban
su nombre como RAK. Llegamos en autobús desde Sharjah. Estaba todo muy
disperso, con edificios altos y medios, descampados entre ellos y muchas
carreteras y desvíos. No era una ciudad amable para el peatón. Visitamos el Fuerte y el Museo.
El
Fuerte Dhayah estaba a 32 km de la
ciudad. Estaba sobre un montículo y para llegar había que subir 233 escalones,
los contamos. Era un fuerte sencillo de dos torreones con almenas. Lo bonito
eran las vistas de las áridas montañas y los oasis de palmeras.
El Museo Nacional de Ras Al-Khaima tenía sección arqueológica con hallazgos de alfarería en yacimientos y nichos funerarios. Nos gustó más la parte etnográfica, que exhibía mobiliario antiguo, joyas, objetos domésticos como radios, ventiladores o juguetes, algunos donados por los jeques. Había una sección de armas con rifles con adornos de plata en la culata y pistolas de duelo.
La
Mezquita Mohammed bin Salim era la más antigua de RAK. Estaba hecha de
coral y piedras de la playa, alisadas con una capa de yeso. Era sencilla, sin
minaretes, y de planta cuadrada con porche. En el interior tenía un “bosque de
columnas”, según la descripción de la guía Lonely Planet. Contamos filas de
6x7, unas 42 columnas.
Los Emiratos Ajman y Umm Al-Qwain eran los más pequeños de los siete emiratos. Umm Al-Qwain estaba ubicado en una península
de 12km, alrededor de una laguna salpicada de islas. Leímos que tenía ambiente
retro, y en él se podía ver como serían los emiratos si no tuvieran petróleo.
Pero en realidad no vimos un emirato muy diferente de los otros, con sus
grandes edificios dispersos y sus carreteras.
Visitamos
el Fuerte de Umm Al-Qwain, con museo en su interior. Tenía un dhown en el
patio con palmeras. En una sala reproducían un zoco con tiendas de cereales,
sastres y café. También había cocina, con sus teteras y cacharros, y sala con
divanes. Um Al-Qwain tenía poco más que ver, aparte del paseo marítimo de La Corniche.
En el Emirato
Ajmán fuimos directos al Museo de Ajmán en un
bonito Fuerte del s. XVII. Tenía cañones en el exterior, y torreón con doble escalinata
en el patio. Las salas exhibían objetos etnológicos, arqueológicos, armas
(fusiles, dagas, recipientes para la pólvora). Había salas con maniquíes
reproduciendo la vida cotidiana: en la escuela, cocina, dormitorios. Informaban
sobre los beduinos del desierto y su forma de vida, sobre camellos, caballos y
jaimas. Nos pareció interesante la sección dedicada a la medicina tradicional.
Hasta 1950 no hubo un hospital en Ajman. También exhibían instrumentos
musicales, sala de radiotelégrafos, etc. Fue el museo ubicado en un fuerte más
completo e interesante.
En
Ajmán paseamos por el Zoco Saleh, con tiendas de abayas negras, de
colores y con brilli-brilli. Grupos de dos o tres mujeres con abayas negras se
entretenían mirando ropa. Luego vistamos el Zoco del Oro, tiendas de sastres,
farmacias, barberos…Las casas eran bajas, sin rascacielos, y había más ambiente
en las calles. Nos resultaba más agradable.
Llegamos a La Corniche y vimos la playa de Ajmán, pero el paseo estaba vallado por obras. Volvimos caminando por un barrio con mucho ambiente de pakistaníes el principal grupo de emigrantes trabajadores. Había un mercado de frutas y verduras, y vendían sandía en trozos. Era el casco antiguo de Kerama. Al atardecer, escuchamos el canto del muecín desde la mezquita, como cada día. Los emiratos Árabes habían tenido muchos cambios en sus poblaciones, pero esa llamada del muecín a la oración permanecía invariable.