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miércoles, 20 de noviembre de 2024

MUSANDAM Y LOS DELFINES


Desde el Emirato Ras Al-Khaima, a solo 55km, cruzamos la frontera con Omán, para conocer la provincia de Musandam. Visitamos Omán en 2018 y nos quedaron ganas de conocer esa zona.

En Khasab, la capital de Musandam, contratamos una excursión de medio día en dhown, la embarcación árabe tradicional. Navegamos viendo los llamados khors, las ensenadas de la costa escarpada, tipo fiordos. Un bonito paisaje.


El dhown navegó entre islas, por canales, rodeado de áridas montañas. Las aguas del Golfo Pérsico estaban azul oscuro, y verdosas en las zonas menos profundas. Fuimos al Khor Al Sham, uno de los más bonitos en la costa escarpada. Vimos pequeños poblados de pescadores y la Isla Telégrafo, donde los británicos instalaron el primer telégrafo de cable en el s. XIX. Los destinados allí enloquecían por el aislamiento. A la isla podía llegarse con marea baja. 
 
El mar estaba en calma y de repente aparecieron un grupo de delfines juguetones junto a la embarcación. Nadaban paralelos al casco de la embarcación, como en una carrera. De vez en cuando asomaban el lomo y saltaban. 




En otra ensenada de aguas poco profundas paramos para hacer snorkel, el buceo con máscara y tubo. Vimos muchos peces y corales. Había peces tipo cebra, con rayas blancas y negras. Y los corales predominantes eran tipo cerebro o laberinto. Fue un baño delicioso.


En Khasab, visitamos el Fuerte construido por los portugueses en el s. XVII. Era bastante bonito, con cuatro torreones con almenas y dhowns de madera en el exterior y en su patio. 

Albergaba un pequeño Museo Etnográfico con objetos y explicaciones sobre la arquitectura, la construcción de barcos, la pesca, petroglifos...Vimos un audiovisual con actividades de pesca, mujeres elaborando cestería y esteras con hoja de palma, y celebraciones con omaníes con túnicas blancas tocando el tambor. Subimos al torreón para contemplar las vistas de las montañas áridas y el palmeral.  





miércoles, 6 de octubre de 2004

LOS DOCE APÓSTOLES AUSTRALIANOS


 

Caminamos al borde de los impresionantes acantilados verticales de piedra caliza, de colores ocre y amarillo. Junto a ellos, en el mar, había gigantescos pináculos o agujas marinas que llamaban los Doce Apóstoles. Estábamos en el Parque Nacional de Port Campbell, próximo a Melbourne. Sólo quedaban ocho apóstoles y decían que debido a la erosión marina acabarían por desaparecer. Leímos que cada catorce segundos la piedra recibía el impacto de una ola. Esa erosión formaba cuevas y agujeros arqueados en las rocas. El mar tenía fuerza en aquella zona y una franja de espuma blanca festoneaba los acantilados.


Vimos la ensenada donde naufragó un barco que viajaba de Londres a Sidney en 1878, tras tres meses de travesía. Estaba a punto de llegar y haciendo los preparativos de una fiesta para celebrarlo, cuando naufragó. Sólo sobrevivieron dos personas. El lugar se bautizó Loch Ard Gorge en recuerdo del barco. A pesar de lo dramático de los sucesivos naufragios en aquellas costas, las playas eran bellísimas.




Junto a la ensenada, una roca formaba un puente natural sobre el mar. La llamaban London Bridge. Los apóstoles se erguían imponentes resistiendo los embates de las olas, cuyo impacto podíamos oír. Una muestra más del perfecto arquitecto que puede ser la erosión en la naturaleza.