Desde Chania
cogimos un bus hasta Omalos, el punto de partida. La Garganta de Samaria
tenía 16km y era uno de los cañones más largos de Europa. Empezamos a
una altitud de 1.230m y fuimos descendiendo. El cañón tenía gran belleza con
sus altas rocas y sus estrechos pasajes. Era un Parque Nacional, declarado Patrimonio
de la Humanidad.
Empezamos el
senderismo atravesando las Montañas Blancas con pinos cretenses y
cipreses, salpicadas de flores silvestres rosas. Pasamos por algún salto de
agua y por la Capilla de San Nicolás, una ermita de piedra con iconos en
el interior. En el camino había varias fuentes de agua fresca y fuimos
reponiendo bebida. Atravesamos varios puentes de troncos de madera y pasamos
por las ruinas del antiguo asentamiento de Samaria.
A tramos había sendero con piedras y otros tramos caminamos por el cauce seco del río, con más piedras. Más adelante el río arrastraba agua verde transparente y fuimos paralelos bordeando la pared de la Garganta.
Lo más bonito fue el tramo final más estrecho, lo que llamaban las Sideropuertas, las
puertas de hierro, donde la Garganta tenía paredes de 300m de altura y una
anchura de 3m. Había una pasarela sobre el río, que apenas llevaba agua.
Durante la ruta
hicimos paradas para hacer fotos y comer hojaldres de espinacas y cacahuetes.
Tardamos cinco horas y media para recorrer la Garganta. Al salir del cañón un
autobús nos llevó hasta el pueblo Agia Roumeli, a 2km. Agia Romeli tenía una
gran playa de arena oscura y piedras pequeñas, donde nos dimos un buen baño
refrescante. Luego nos instalamos a la sombra de una terraza frente a la playa
y comimos una ensalada cretense, con pan crustini, tomate rallado, queso feta,
pimiento, pepino, zanahoria, cebolla, patata y huevo duro. Luego regresamos en
barco a Chania. Un buen día de viaje.