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domingo, 10 de agosto de 2014

HELSINKI

 


Empezamos el viaje a las Repúblicas Bálticas por Helsinki, la capital de Finlandia. Encontramos la ciudad con mucho ambiente porque se celebraba un festival de música.

El Puerto en el mar Báltico tenía mucho ambiente con puestos de comidas que ofrecían calamares, gambas rebozadas crujientes, pescaditos y salmón ahumado a la plancha, que probamos. Los edificios del Frente Marítimo eran nobles, con fachadas pintadas de tonos amarillos y ocres. Una gran noria destacaba entre las dos Catedrales, la blanca y la roja.


La Catedral Luterana, también conocida como Iglesia de San Nicolás, era de un blanco deslumbrante, de estilo neoclásico, con tres cúpulas verdes y pórtico con columnas. El interior era bastante austero. A sus pies tenía una gran escalinata con 47 escalones, La gente estaba se sentaba en sus escalerillas ante la Plaza del Senado, y decían que era el lugar preferido de las parejas y donde celebraban el Fin de Año.

La ciudad conservaba sus trolebuses. Visitamos la Catedral Uspenski del s. XIX. Construida con ladrillo rojo, con catorce torres picudas con capirotes verdes y rematados con cúpula de cebolla doradas. No podía negarse que era una iglesia ortodoxa. En el interior tenía un gran monasterio central y muchos iconos que besaban los fieles. Era Patrimonio de la Humanidad.



Cogimos un ferry a la Fortaleza Suomenlinna, del s. XVIII. Ocupaba cuatro islas apiñadas, comunicadas por puentes. Era Patrimonio de la Humanidad. Recorrimos la muralla restaurada, que conservaba sus bastiones, con algún cañón. Tenía un museo, prisión militar y otras edificaciones que se utilizaban para congresos y eventos. 






En los alrededores de la fortaleza había un submarino que visitamos. Tenía 50m de longitud, con capacidad para veinte marineros. Era muy estrecho y nos resultó bastante claustrofóbico. Vimos las estrechas literas, la sala de máquinas con todos sus relojes medidores de la presión y lleno de palancas. Parecía complicadísimo el funcionamiento, y debía ser una dura travesía en aquellas condiciones de falta de espacio.

Paseamos por las otras islas cruzando los puentes. Nos tumbamos en el césped ante la Puerta del Rey de la muralla, contemplando los barcos y el frente marítimo de Helsinki a lo lejos. Una bonita capital nórdica.



sábado, 9 de agosto de 2014

TURKU

 


Turku nos gustó a primera vista. Era la ciudad más antigua de Finlandia, fundada en el s. XIII. Fue su capital durante cinco siglos hasta 1809, cuando pasó a formar parte del imperio ruso y se trasladó a Helsinki. Llegamos en tren desde Helsinki, en un trayecto de dos horas. Nos alojamos en un convento de monjas y empezamos a callejear.

El paseo fluvial junto al río Aura estaba lleno de barcos atracados en las orillas, algunos eran bares y restaurantes. En la ribera había algunas casas tradicionales de madera. Recorrimos el paseo con mucho ambiente, amenizado por músicos callejeros de jazz. Al atardecer los barcos se reflejaban en el agua con tonos dorados.









El Castillo de Turku era una fortaleza medieval del s. XIII con varias construcciones. La parte exterior era blanca con muchos ventanucos y un torreón circular. Cruzando una puerta en arco se accedía al cuerpo central del castillo, con fachada de piedra y una capilla central adosada.

El interior tenía encanto, con muchas estancias y salones conectados por escaleras. Las mazmorras estaban en los sótanos. Las estancias eran palaciegas, amplias y con techos de bóveda de piedra o madera. En muchas se exhibían los trajes de época de las damas y caballeros, armaduras, adornos y joyería, mobiliario y colecciones de objetos. Una exposición muy interesante y completa.






Visitamos la Casa museo Qwensel. Era una de las pocas casas tradicionales de madera que se conservaban. Los tablones verticales de la fachada estaban pintados de rojo oscuro. Había sido la vivienda de un médico, el dr. Pipping, y conservaba todos los detalles. El dormitorio tenía cama con dosel y la cuna de los niños, estufas de hierro o cerámica, el escritorio y la cocina con sus utensilios de cobre.

La Casa Qwensel también era Museo Farmaceútico. Una sala era la Farmacia de venta al público, con cajones de madera rotulados con etiquetas en latín de las medicinas. En la parte superior estaban los tarros de vidrio o cerámica también rotulados con lo que contenían. En el interior había otras estanterías con los venenos como cianuro y arsénico. 



En otra habitación estaban las plantas secas, con manojos colgados del techo. El sol entraba por las ventanas de la habitación, y el olor era intenso. Era un cuarto muy agradable y cálido. Como curiosidad la farmacia conservaba las recetas de prescripción médica, donde se indicaba el medicamento y la dosis para tomar. Eran papeles alargados en forma de corbata, de colores rosados o amarillos y con bonita caligrafía. Una de las encargadas del museo estaba vestida de época y asomada a una ventana parecía un cuadro antiguo de Vermeer.




martes, 12 de marzo de 2013

YEREVAN Y ECHMIADZIN

Yereván (o Ereván) era capital de Armenia desde el final de la II Guerra Mundial. El Monte Ararat, símbolo de la ciudad, la custodiaba. La mayoría de casas estaban hechas de toba, la piedra rosada, que embellecía la ciudad .El centro de Yereván conservaba bonitos edificios rusos del s.XVI, con parques, museos, teatros, galerías y cafés. 

La Plaza de la Libertad era el corazón de la ciudad. Había mucho ambiente alrededor de la Ópera, un edificio semicircular de piedra gris. Recorrimos las calles, la principal tenía el nombre de Mesrop Mashtots, el creador del alfabeto armenio.


El Complejo Cascada era un monumento simbólico con terrazas escalonadas que conmemoraba. Había estanques, fuentes, jardines y dos estatuas de Botero, un guerrero y un gato, fácilmente reconocibles.

Las calles peatonales estaban repletas de gente paseando y sentados en las grandes terrazas. En la calle Pushkin vimos la casa donde vivió el escritor, con un busto en la fachada. Fue uno de los autores de literatura rusa más brillantes, junto con Dovstooievsky, Tolstoi y Gogol. El museo de los Mártires recordaba el dolor del genocidio que sufrió el pueblo armenio.




Desde Yereván fuimos a Echmiadzin, a solo 20km de la capital. Allí fue donde San Gregorio construyó la primera iglesia armenia tras tener la visión de un rayo cayendo a tierra. Estaba considerado un lugar sagrado, algo así como el Vaticano de la Iglesia Apostólica Armenia. Y era Patrimonio de la Humanidad. Además, fue capital desde el año 180 al 340, cuando la nación armenia adoptó el cristianismo.

La piedra oscura estaba muy desgastada pidiendo una restauración. De hecho, la torre principal y la fachada tenían un andamio metálico, estaba en proceso de reformas. La estructura de la iglesia era bonita, pero la vimos un día nublado y con su desgaste y las obras no lucía mucho.

El interior también era oscuro, hasta un poco lúgubre. Vimos el museo religioso Tesoros de Armenia, ubicado en la iglesia. Tenía cruces de plata parecidas a las de Etiopía, inciensarios, relicarios con brazos de plata y piedras preciosas conteniendo fragmentos de huesos de santo. Exhibía hasta un trozo del Arca de Noé…Eran tesoros coleccionados por la iglesia durante 1700 años. 

Foto cortesía de Google




sábado, 20 de agosto de 2011

RECUERDOS DE SAN PETERSBURGO



Desde una de las torres vigías de la Fortaleza de Pedro y Pablo se veía la gran fachada del Palacio de Invierno del Ermitage en la orilla del río Neva. Estábamos en San Petersburgo. Imposible resumir las impresiones de una ciudad con tanta historia y leyenda, la ciudad más europea de Rusia, construida por Pedro el Grande. Considerada Patrimonio de la Humanidad.
El Museo del Ermitage, con sus palacios pintados de verde y blanco, era una maravilla. Se podían pasar días enteros admirando sus estancias y obras de arte, contenido y continente. Nos cautivó la Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada. Estaba al final de uno de los canales que cruzaban la calle Nevsky, y era una fantasía de cupúlas y colores, con pinturas murales exteriores.


La Nevsky Prospekt o Perspectiva Nevsky era la calle más famosa de Rusia, y decían que la de trazado más perfecto. Leímos que “al comienzo de la década de 1900 era uno de los bulevares más esplendorosos de Europa, con caminos adoquinados y una vía en el centro para los tranvías tirados por caballos”. Si antes había tranvías tirados por caballos, hoy había trolebuses, como en Moscú.
Recorrimos sus 4 km. desde el Almirantazgo hasta el Monasterio de Alejandro Nevski. Junto al Monasterio visitamos el cementerio con tumbas de escritores como mi admirado Dovstoievski, y músicos como Chaikovski, Rimbski-Kórsakov, Borodin… Después de ver la tumba de Dovstoievski quisimos ver la casa donde escribió “Crimen y Castigo”, una de las veinte donde vivió. Estuvimos en la plaza Sennaya, por la que pasaba el atormentado Raskolnilov después de haber asesinado a la vieja avara. También visitamos otra de sus casas museo, y vimos su gabinete con su mesa y sus objetos de escritorio.




Tras el recorrido literario decidimos coger un barco por los canales del río Neva. Durante el trayecto contemplamos las fachadas de Palacios y edificios clásicos de colores rosados y amarillos ocres, con la luz dorada del atardecer. Por momentos nos parecía estar en Venecia. Pero algún cartel con alfabeto cirílico nos devolvía a Rusia, a esa Rusia mítica que nos atrapó.


© Copyright 2011 Nuria Millet Gallego