Empezamos el viaje
a las Repúblicas Bálticas por Helsinki, la capital de Finlandia.
Encontramos la ciudad con mucho ambiente porque se celebraba un festival de
música.
El Puerto en el mar Báltico tenía mucho ambiente con puestos de comidas que ofrecían calamares, gambas rebozadas crujientes, pescaditos y salmón ahumado a la plancha, que probamos. Los edificios del Frente Marítimo eran nobles, con fachadas pintadas de tonos amarillos y ocres. Una gran noria destacaba entre las dos Catedrales, la blanca y la roja.
La Catedral Luterana, también conocida como Iglesia de San Nicolás, era de un blanco deslumbrante, de estilo neoclásico, con tres cúpulas verdes y pórtico con columnas. El interior era bastante austero. A sus pies tenía una gran escalinata con 47 escalones, La gente estaba se sentaba en sus escalerillas ante la Plaza del Senado, y decían que era el lugar preferido de las parejas y donde celebraban el Fin de Año.
La ciudad conservaba sus trolebuses. Visitamos la Catedral Uspenski del s. XIX. Construida con ladrillo rojo, con catorce torres picudas con capirotes verdes y rematados con cúpula de cebolla doradas. No podía negarse que era una iglesia ortodoxa. En el interior tenía un gran monasterio central y muchos iconos que besaban los fieles. Era Patrimonio de la Humanidad.
Cogimos un ferry a
la Fortaleza Suomenlinna, del s. XVIII. Ocupaba cuatro islas apiñadas,
comunicadas por puentes. Era Patrimonio de la Humanidad. Recorrimos la muralla
restaurada, que conservaba sus bastiones, con algún cañón. Tenía un museo, prisión
militar y otras edificaciones que se utilizaban para congresos y eventos.
En los alrededores
de la fortaleza había un submarino que visitamos. Tenía 50m de longitud,
con capacidad para veinte marineros. Era muy estrecho y nos resultó bastante
claustrofóbico. Vimos las estrechas literas, la sala de máquinas con todos sus
relojes medidores de la presión y lleno de palancas. Parecía complicadísimo el
funcionamiento, y debía ser una dura travesía en aquellas condiciones de falta
de espacio.
Paseamos por las otras islas cruzando los puentes. Nos tumbamos en el césped ante la Puerta del Rey de la muralla, contemplando los barcos y el frente marítimo de Helsinki a lo lejos. Una bonita capital nórdica.
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