viernes, 17 de agosto de 2012
KARAKORUM, LA CAPITAL DE GENGHIS KHAN
lunes, 16 de octubre de 2006
HIMALAYA, MONASTERIOS Y CASCADAS
Desde Pelling
hicimos una excursión en jeep recorriendo las montañas de alrededor. Vimos los picos
nevados del Himalaya. El sol iluminaba las cumbres blanquísimas y se
distinguían las aristas que formaba la nieve, dejando sombras en la ladera. El
blanco luminoso contrastaba con el azul del cielo. Cruzamos algún puente
colgante muy bonito, sobre el río de aguas verdes. Cataratas, lagos y monasterios
fueron el resumen del día.
El Lago Kchecheolpari
estaba rodeado de montañas y repleto de banderolas de oración. Las banderolas
más viejas, desgastadas por el tiempo y la climatología, se mezclaban con las
de colores vivos. Era un lugar muy tranquilo. Un entarimado de madera con
ruedas de oración a ambos lados, conducía a un pequeño mirador. Durante el
Festival de Luminarias toda la superficie del lago se llenaba de lamparillas de
mantequilla flotantes.
En el pueblo de Yuksom vimos el lugar llamado Trono de la Coronación, donde tres lamas tibetanos coronaron al primer chogyal de Sikkim en 1641. Eran tres piedras con inscripciones, frente a las que había una gran stupa blanca.
Dentro del recinto había una pequeña escuela de monjes. Los niños no tendrían más de cinco años. Estaban sentados en el suelo sobre cojines granates, con sus libros delante y atendiendo al maestro, que nos dejó fotografiarlos. Luego los alumnos siguieron con su recitado en voz alta.
Vimos tres cascadas.
Las más altas eran las cascadas de Khanchendzonga, la seguían las cascadas de
Pharmong. El chorro caía con fuerza entre la verde vegetación y nos empapaba el
vapor de agua. Eran realmente bonitas.
Fuimos al Dubdi
Gompa, el monasterio más antiguo de Sikkim, de 1701. La última etapa fue el
Tashiding Gompa de 1661. Estaba sobre una colina, a 2,5km de ascensión
escarpada. Llegamos casi sin fuerzas para hacer girar las ruedas de oración. Los
murales interiores eran bonitos y estaban bien conservados. En este monasterio
nos dejaron subir al piso de arriba, donde un grupo de hombres se dedicaba a
enrollar papel en forma de cilindros, posiblemente para escribir oraciones.
Regresamos a Pelling cansados y contentos del día por las montañas del
Himalaya.
jueves, 26 de diciembre de 1996
LOS TEMPLOS DORADOS DE BAGAN
Un carromato de caballos nos llevó
durante todo el día por los templos de Bagan. La otra opción era
alquilar bicicletas y hacía mucho calor. La calesa nos protegió del fuerte sol.
Parecía un carromato del oeste y traqueteaba un montón por los caminos de
tierra rojiza.
Bagan era conocida como la ciudad de los mil templos. Fue capital de varios reinos de la antigua Birmania. En una gran explanada junto al río Ayeyarwady (antes llamado Irrawaddy) con más de 2000 templos y pagodas medievales, de los s.XI-XII. La Unesco los reconoció como Patrimonio de la Humanidad, aunque cuando fuimos todavía no lo eran. Una zona arqueológica fantástica.
Primero fuimos a la Pagoda Shwezigon, la más
reconocida y una de las más impresionantes. Era un conjunto de santuarios por
los que perderse y pasear descalzos pisando las frescas losas. La stupa central
tenía paneles con escenas de la vida de Buda, y en los laterales cuatro leones
de oro custodiándola.
Los templos más altos y prominentes de la explanada eran Thatbyinnyo Patho, con 61 m de altura y Hitlominlo Patho, con 46m de altura, y varias imágenes de Buda en su interior. Ananda Patho, era otro de los mejores y más conservado. Tenía dos pasillos cuadrados concéntricos con hornacinas, y en cada una de sus paredes cuatro Budas enormes. Sulami Patho tenía forma más piramidal, con frescos en su interior y a lo largo de todo el muro un Buda reclinado.
Subimos a varias terrazas de los templos
para contemplar las vistas. Dhammayangyi Patho tenía varias terrazas
superpuestas en forma piramidal, subimos a su terraza superior por unos
estrechos pasadizos, con escalones verticales que casi no permitían apoyar
la planta del pie ni de lado. Desde la terraza del Mingalazedi, cerca del río,
vimos otra panorámica.
Y finalmente en el Shibinthalyaung, encontramos otro Buda reclinado de 18m de largo. Desde la cima contemplamos toda la explanada salpicada de templos. Todos eran parecidos y ninguno era igual. Algunos eran de piedra rojiza y otros de un blanco deteriorado por las lluvias y el paso del templo. Acabamos el día en este último templo contemplando la anaranjada puesta de sol.
domingo, 15 de diciembre de 1996
EL TEMPLO MINGÚN Y OTRAS PAGODAS
Desde Mandalay cogimos un barco por el río Ayuyarwedi hasta Mingún. Era un trayecto corto, de 11km. En las orillas contemplamos los grupos de chozas aisladas, canoas y algunos pescadores echando las redes. Mingún era una de las ciudades antiguas conservadas en los alrededores de Mandalay, y fue la que más nos impresionó.
La Mingún Paya era el monumento budista (o zedi) más grande del mundo. Era imponente, de piedra rojiza. Miles de esclavos empezaron a construirlo en 1790 y debería haber tenido 150m, pero su construcción se interrumpió y quedó en los 50m de altura. Aún así resultaba majestuoso.. En la fachada principal, a un lado de la puerta de entrada, se abría una gran grieta, como una herida de las sagradas piedras. La grieta se abrió tras el terremoto de 1839. La puerta era enorme, daba acceso a una capilla que nos pareció pequeña en comparación con la mole de piedra. Un monje nos ofreció té y bananas, que tomamos sentados a los pies de un Buda. Luego subimos la escalinata hasta la cima de la stupa y contemplamos lo que quedaba del esplendor de la antigua ciudad bordeada por el río.
Cerca estaba la gran campana de bronce,
construida para el templo en 1808, de 90 toneladas de peso. Sólo había otra de
tamaño parecido en el mundo, en Moscú. Estaba suspendida del techo y podías
meterte en su hueco interior, grabado con inscripciones con caracteres
birmanos. Con un tronco tañimos la campana, que resonó por todo el lugar.
La Pagoda Pondawpaya estaba junto al río, custodiada por dos grandes leones que miraban pasar las barcas. La Pagoda Hsibyume de 1816, con estructura circular era otra de las que recordaremos. Sus stupas blancas resplandecían al sol, entre las verdes palmeras. Tenía siete terrazas que representaban la siete montañas alrededor del Monte Maru, que era el origen del Cosmos, según la mitología budista. Después visitamos las tres ciudades sagradas más antiguas: Sagaing, Amarapura y Ava. En Sagaing la verde colina estaba totalmente salpicada de stupas. Las viejas piedras sagradas de Mingún y las otras ciudades nos hablaron de otros tiempos míticos de esplendor en Myanmar.
domingo, 1 de diciembre de 1996
LA BLANCA MANDALAY
Mandalay fue la última capital de
Myanmar antes de la llegada de los ingleses, a orillas del río Irrawaddy. Sus templos
budistas eran los más importantes del país, y la mayoría de los monjes
budistas birmanos residían allí. El conjunto de pagodas blancas formaba un
laberinto o mandala visto desde el aire. Los contemplamos desde la colina,
rodeados de verde vegetación.
El Palacio de Mandalay fue construido en 1857 por la última monarquía de Birmania. Incluía una Fortaleza amurallada, rodeada por un lago artificial con una pagoda central. Sus muros rojos tenían 8m. de altura por 3m. de ancho.
Visitamos las Pagodas
Kyauktawgyi y Sundamani. Ambas nos impresionaron. Estaban encaladas en un
blanco resplandeciente que contrastaba con el azul del cielo. En el interior de
la primera vimos un gran Buda de mármol, construido de un solo bloque,
transportado por unos diez mil hombres por el río durante trece días. La parte
final de la stupa central estaba coronada por un casco de oro. Alrededor hay 80
figuras de los discípulos de Buda.
En la Pagoda Sandamani había cientos de stupas blancas en cuyo interior se veían grandes bloques de mármol, que eran lápidas con inscripciones. Leímos que una persona tardaría 450 días en leerlas todas, empleando ocho horas de lectura diarias.
Como las pagodas eran sagradas nos descalzábamos antes de entrar, y pisábamos las frescas losas. Las visitamos casi solos; de vez en cuando encontramos algún niño correteando y algún monje con su túnica granate. Subimos a la colina para contemplar las vistas de la ciudad y el laberinto de las blancas agujas de las pagodas.