El
Lago del Sol y de la Luna estaba situado en el centro de la isla de
Taiwán, a 762m sobre el nivel del mar. Tenía un perímetro de 29km y era la
superficie de agua más grande de Taiwán, también una de las más bonitas. Sus
aguas verdosas reflejaban las montañas que lo rodeaban.
Cogimos
un barco desde Shuishe al Puerto de Itashao, donde nos alojamos
en un hotel tipo cabaña. Paseamos por el camino costero, una pasarela de madera
entre verde vegetación. Había muelles flotantes con barcos de pescadores
amarrados y vimos algunos pescadores de caña. Después acababa el sendero y
seguimos por la carretera, con muy poco tráfico. Hasta la carretera era bonita,
desbordante de vegetación: helechos gigantes, juncos altísimos y árboles con
lianas.
Otro día cogimos el Funicular, que ascendía un trayecto de 1,9km por la montaña en diez minutos. La subida era impresionante y ofrecía vistas del lago y de la montaña espectaculares. En la cima estaba la Formosa Aborigen Village, un museo al aire libre de las casas tradicionales taiwanesas. Eran casas de maderas de distintas formas, con tejados de cañizo y graneros. En el interior tenían la cocina con sus utensilios y calderos, la leñera y las camas de hombres y mujeres, simples esteras en bancos de madera. Las casas se adornaban con mandíbulas disecadas de ganado, una curiosidad.
En la aldea había un museo etnográfico grande muy interesante con trajes tradicionales, textiles, armas, joyas y objetos cotidianos diversos. El recinto de la aldea era enorme, se extendía por la ladera del monte entre senderos bordeados por palmeras y vegetación. Regresamos al lago al atardecer con el último funicular.